3 de julio de 2014

¿Qué es inteligencia?

Inteligencia es la capacidad que poseemos para entender las cosas. A mayor grado de inteligencia, mayor es el entendimiento que nos caracteriza. En ese sentido, un individuo inteligente a quien se le explica un asunto es capaz de entender lo que se le ha explicado e incluso identificar detalles faltantes en la explicación para luego formular las preguntas necesarias con el objeto de tener un entendimiento cabal del tema en cuestión. Inteligencia es también sinónimo de conocimiento y comprensión. No debe confundirse la educación con la inteligencia, es algo que las personas suelen hacer, aunque no es lo correcto. Puede darse el caso de que una persona no posea una educación formal y aún así posea una gran inteligencia. Esta es la razón por la cual los clásicos exámenes que miden el coeficiente intelectual son limitativos y sólo sirven para medir el desarrollo educacional de la inteligencia en una persona y no su inteligencia en sí. Cabe señalar que la educación contribuye a desarrollar el nivel de inteligencia pero la base natural de la inteligencia es algo con lo que cada cual nace. Durante mis años de observación, en lo que al presente tema se refiere, he conocido a decenas de individuos profesionales académicamente hablando cuyas inteligencias son prácticamente nulas. En cambio también he conocido a campesinos oriundos de lugares apartados que apenas saben leer y escribir, que poseen un grado de inteligencia superior. También es limitativo el considerar que la inteligencia es condicional a la capacidad de resolver problemas. Existen personas extremadamente inteligentes que tienden a bloquearse ante el más mínimo conflicto y eso los imposibilita de llegar a conclusiones que en otras circunstancias les resultarían sencillas de obtener. De igual manera, se ha generalizado el concepto de “inteligencia emocional”, pretendiendo con el mismo argumentar que se trata de cierto tipo de inteligencia especial que poseen ciertos individuos, lo cual no es cierto. Los sentimientos y emociones de cada individuo dependen y están condicionados por diversos factores y no necesariamente quien es capaz de controlar sus emociones sea más inteligente que otra persona muy sensible o de emociones frágiles. De hecho, diversos estudios han demostrado que los sicópatas tienden a no tener remordimientos ni emociones y al mismo tiempo son individuos generalmente muy inteligentes, mientras que otros estudios han demostrado que las personas que confían en los instintos que les dicta su corazón tienden a ser acertadas en sus conclusiones. Ambos extremos de dicha ecuación nos indican claramente que la inteligencia de un individuo no está proporcionalmente relacionada con los sentimientos ni con la emoción.
Otro aspecto que suele emplearse erróneamente a la hora de evaluar la inteligencia de una persona es su capacidad comunicacional y/o su forma de hablar. Así, si una persona es locuaz, y se expresa con fluidez, es probable que el común de las personas piense que se trata de un individuo muy inteligente, pero esto no siempre es así. Mas bien volvemos al tema de la educación que contribuye a cierto grado de desarrollo intelectual, no necesariamente estaremos frente a un individuo que posea un amplio equipaje de inteligencia en su base natural. Durante años he observado que hay personas con muy baja capacidad comunicacional que poseen una excelente claridad mental y por el contrario, individuos que se expresan de una manera muy correcta pero tienen limitaciones exageradas en cuanto al tema de la inteligencia se refiere.
No es de sorprenderse que existan tantos errores, que en la mayoría de los casos pueden ser catalogados como tabúes, en lo que se refiere a la evaluación y justa calificación de cuales personas son verdaderamente inteligentes. Los avances de la ciencia en el campo de la neurolingüística nos muestran que el ser humano crea imágenes mentales que relaciona con los términos empleados en el contenido de su lenguaje, este punto es claro y sin ningún tipo de contradicción. Ahora bien, para la realización del presente estudio he formulado una pregunta a un gran número de personas, de diferentes orígenes y clases sociales. Una pregunta que a todas luces podría parecer sencilla y uno entendería que cualquier persona sería capaz de responder correctamente y sin titubeos. La pregunta en cuestión es: “¿Qué es inteligencia?” Cerca del 70% de las personas cuestionadas no supieron dar una respuesta clara y comprensible de lo que ellos entendían por inteligencia. Si tomamos en cuenta lo que dice la ciencia de la neurolingüística, es sencillo concluir que si una persona no está clara con respecto a un concepto determinado, en este caso el de la palabra inteligencia, tampoco estará claro a la hora de determinar quien es o no inteligente. Lo interesante de todo esto es que las personas que tuvieron un mayor margen de error a la hora de responder la pregunta son individuos con educación y que se consideran a ellos mismos como entes inteligentes. Es necesario señalar que una muestra tomada a menos de trescientas personas no puede ser considerada contundente ni poseedora de un carácter científico exacto, pero nos da una idea inicial de lo que podemos esperar encontrar en el camino. Lo que sí me quedó claro en torno a la pregunta formulada es que todas las personas extremadamente inteligentes que respondieron de manera segura tienen sus propias definiciones con respecto a lo que ellos entienden por inteligencia y no siempre están literalmente ceñidas a la definición formal que encontramos en los diccionarios o en libros de psicología, aunque en el fondo los puntos convergentes de sus definiciones con las acepciones formales fueron obvios y tangibles. Lo ideal es que cada persona procure ver dentro de sí mismo para que conozca la potencia y limitaciones de su propia inteligencia. Entonces, y sólo entonces, podrá ser capaz de entender la inteligencia de las personas a su alrededor, y sobre todo, podrá tener claro en su mente el concepto de lo que es la verdadera inteligencia.

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