29 de octubre de 2016

Cuando los niños son muy traviesos.

La complejidad de un mundo moderno que obliga a ambos padres a trabajar fuera del hogar casi todo el día y a la vez los aleja tanto tiempo de sus hijos es la causa principal de los conflictos emocionales en el seno familiar y la consecuente falta de comunicación y, a veces, del irrespeto que muchos niños muestran hacia los mayores, comenzando hacia sus propios padres. Es que los padres a menudo se sienten culpables de no poder ofrecerles a sus hijos tiempo de calidad durante los días laborables y luego, en el fin de semana, cumpliendo con las obligaciones del hogar, casi no les queda tiempo ni para descansar. Si se trata de un padre o madre soltera el asunto se torna todavía más complejo. Esas circunstancias provocan que en ocasiones los padres se sientan compelidos a consentir excesivamente los deseos de sus hijos, comprándoles regalos que tal vez no sean los más apropiados y hasta permitiéndoles que les falten el respeto y les reclamen enérgicamente sus ausencias, aún a pesar de saber que realizan un esfuerzo extraordinario por proveerles techo, comida, educación y ropa y que ellos son los seres más importantes en sus vidas. Desafortunadamente, querer sustituir la educación y el tiempo que no hemos podido dedicar a nuestros hijos con mimos, regalos o permitiéndoles ser irrespetuosos, no son la mejor opción para lograr una buena comunicación en la familia ni para proporcionarles una buena educación. Pero, ¿qué hay de los niños? Ellos quieren ser mimados, guiados, orientados y sobre todo quieren ser el centro de atención de esos héroes a quienes llaman papá y mamá, y pareciera que ya vienen entrenados sobre como manipularlos para salirse con las suyas. Los padres que viven el ritmo de vida aquí descrito difícilmente adquieren toda la experiencia que les permita diseñar una estrategia efectiva acerca del modo de interactuar con los pequeñitos.  Ante los casos en que los infantes son muy inquietos y traviesos, la situación puede volverse bastante complicada. Algunos padres se declaran incompetentes, optan por ignorar el mal comportamiento de sus vástagos y en el peor de los casos utilizan la agresión física, emocional, verbal y conductual como una forma de intentar resolver esos asuntos que los mantiene agobiados. El punto no radica en ignorarlos o en no prestarle atención a lo que hacen o dicen, todo lo contrario, la clave está en demostrarles que sin importar todo lo que quieran decir o hacer quien está en control de todo eres tú; que eres su tutor(a), que sabe exactamente lo que hay que hacer y cuando debe hacerse, principalmente que ellos se den cuenta de que los amas y quieres lo mejor para sus vidas. Es por eso importantísimo que no  reacciones inmediatamente y mucho menos fuera de control cada vez que ellos hacen una de sus travesuras, pues eso es lo que la mayoría de los niños traviesos esperan: verte alterado(a), algo desconcertado(a)  o hasta gritándoles desesperadamente. Si ellos obtienen ese resultado, entonces saben que te tienen controlado(a), que ellos están al mando de la situación y que tú estás a merced de lo que ellos quieran. En ese instante saben que ellos son el centro de tu atención.  ¿Qué hacer en esos casos? pues no reaccionar como un resorte a sus provocaciones y actuar con calma. Al principio se torna un poco incómodo si no estás acostumbrado(a) , esto es por la falta de práctica, pero luego será facilísimo para ti hacerlo y hasta te resultará interesante  observar como las cosas cambian en tu entorno.  Por ejemplo: el niño grita fuerte sabiendo que está llamando tu atención; él espera que tú reacciones y le grites lo mismo de siempre, que esté tranquilo, que haga esto y lo otro ,etc. en vez de eso, tomas tu tiempo, lo miras a los ojos antes de hablar, asegurándote que él está  viendo que tú estás en control, luego le hablas con firmeza, no con mimos ni consentimientos, tampoco con  agresividad ni hostilidad, simplemente firme y serio(a), que no se muestre tu enojo o desconcierto sino que quede claro que tú sabes bien lo que debe hacerse... que estás seguro(a)  y confiado(a)  en cada cosa que dices o haces y por lo tanto no pierdes los estribos en ningún momento. Si insiste en su mal comportamiento, entonces le adviertes que si no se comporta educadamente no tendrá nada de lo que quiere y en cambio si pretende no obedecer o entender, lo próximo será una sanción que lo haga entrar en razón. Desde hacerlos notar que no estamos satisfechos ni contentos con su comportamiento, pasando por privarlos de sus juguetes favoritos durante un tiempo prudente o impedirles que usen sus teléfonos móviles, computadoras o tablets, son todas acciones que los harán entender que pueden y serán sancionados si no se comportan adecuadamente. Durante muchos años me tocó trabajar con niños en edades de cinco a trece años y sé muy bien cuan traviesos pueden ser. De ellos aprendí tantas cosas que no aparecen en los libros de textos ordinarios y aquí les comparto algunas: ellos quieren admirar y respetar a los adultos, pero también necesitan ser admirados y respetados; quieren hablar con la verdad todo el tiempo, pero es imprescindible que ellos sepan que los adultos les hablamos con esa misma verdad; quieren portarse bien y hacer las cosas correctamente, a cambio sólo te piden que los trates dignamente y con cariño. A los niños no hay que consentirlos todo el tiempo, mas bien, hay que hacerles saber que estamos de sus lados y queremos lo mejor para ellos, sobre todo deben entender que deben confiar en ti como adulto, porque tú los ayudarás a vivir del mejor modo que puedes hacerlo. El irrespeto no es negociable ni puede ser aceptado bajo ninguna circunstancia, y eso va para ambos lados, los adultos deben respetarse a ellos mismos y a los pequeños, no gritándoles ni maltratándoles, los hijos deben entender que el respeto a sus padres es sagrado y no puede ser negociado. Tú eres la persona idónea para crear el método que solucionará los conflictos familiares en tu hogar, tienes el poder para hacerlo porque tú conoces tus fortalezas y tus debilidades, así como la manera en que tus hijos reclaman tu tiempo y atención. Si entiendes que las cosas se han escapado de tus manos sería conveniente buscar ayuda profesional de un psicólogo o terapeuta familiar. Si no tienes los medios para conseguir ese tipo de ayuda, debes  diseñar un plan alternativo: leer libros sobre la conducta infantil y juvenil, intercambiar impresiones sobre el tema con tus familiares de mayor edad que hayan tenido experiencia familiar provechosa, conversar con los líderes espirituales de tu iglesia, proponer a la junta de vecinos de tu sector que traten el tema en la próxima reunión que realicen, y si varios vecinos comparten la misma inquietud, pues hasta pueden contratar ayuda profesional en forma colectiva para que trabaje directamente con ustedes. Existen múltiples y variadas alternativas, así que no desmayes ni te des por vencido, sé que puedes tener una relación saludable y armoniosa con tus hijos si te lo propones. Para que esto se materialice, lo primero que debe pasar es que tú creas que es posible hacerlo, que despejes las dudas en tu mente y te visualices alcanzando tu objetivo, que te llevarás bien con tus retoños y que ellos deberán escucharte y obedecerte, porque así lo has concebido en tu mente. Debes creer en ti y en tu poder para hacer las cosas del modo correcto, sé que puedes hacerlo, luego llévalo a la práctica. Los niños demasiado traviesos a menudo sólo quieren poder comunicarse con alguien que los escuche y les demuestre que están interesados en ellos, pero deben confiar en esa persona y creer que la misma está segura de lo que dice y hace. Cuando ocurran travesuras de esas que te han hecho perder la paciencia, lo importante es que esperes el tiempo necesario antes de actuar y estés seguro(a)  de que lo harás con calma y tranquilidad. Con Dios por delante todo saldrá bien. Confía en el Creador y él te guiará en todo momento. Dios te bendiga.



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