15 de agosto de 2011

Consejos de papá y mamá.

"Escucha, hijo mío, la disciplina de tu padre, y no abandones la instrucción de tu madre; porque diadema de gracia serán a tu cabeza y collares a tu cuello."

Proverbios 1:8-9

A menudo creemos que los consejos, sugerencias y advertencias de nuestros progenitores son solamente comentarios desfasados de personas que vienen de una época obsoleta. Nada más alejado de la verdad.

Nuestros padres son las personas más interesadas en que a nosotros nos vaya bien en la vida y eso tenemos que mantenerlo presente todo el tiempo. Lejos de rechazar las sabias palabras de nuestros padres, debemos buscarlas con amor, solicitarlas con fervor y seguirlas con confianza y dedicación.

Está en cada uno de nosotros el adaptar la sabiduría y experiencia de nuestros antepasados a los tiempos modernos. Eso sí. Pero escuchar y aplicar a nuestras vidas esas palabras de corrección e instrucción que papá y mamá nos dan, desde el fondo de sus corazones, nos permitirá ser coronados como reyes y reinas del mundo actual.

Recuérdalo siempre.

14 de agosto de 2011

Virtudes del ser humano.



El punto máximo de la sabiduría humana, sin lugar a dudas, radica en permitir brillar esas cualidades inherentes al ser humano que llamamos virtudes. Aún en este tiempo de confusión en que vivimos las virtudes son más apreciadas que el diamante más caro, más que la plata y más que el oro. Es así.
Las virtudes forman el complemento perfecto para el desarrollo y evolución de la humanidad. Existen las llamadas virtudes cardinales; Prudencia, Justicia, Fortaleza y Templanza. El cultivo de estas cuatro virtudes nos ayuda a cosechar la perfecta sabiduría. En efecto, la sabiduría puede ser alcanzada por el hombre mediante su propia valoración, que no es más que vivir acorde a lo que nos dicta la conciencia, lo que conocemos como virtudes principales o cardinales.
La prudencia guía nuestro hablar, nuestras acciones y nuestro trato hacia los demás, imprimiendo cautela, tacto y delicadeza en todo lo que decimos y hacemos.
La justicia nos anima a dar a cada uno lo que es debido, a identificar el bien y el mal y por ende a seleccionar lo que más conviene, lo que más aporta al bien de la humanidad.
La fortaleza nos permite ser constantes, persistentes, dinámicos y ágiles al actuar. La energía que nos da la fortaleza vence el temor y nos ayuda a enfrentar al mundo con firmeza y determinación.
La templanza nos brinda estabilidad emocional y física. Impide que seamos víctimas de nuestras propias pasiones y emociones, de nuestros deseos y ambiciones, de los hábitos perjudiciales que el mundo nos ofrece de manera gratuita.
Atesorar estas virtudes es la llave para una vida plena y llena de satisfación. Por lo regular el ser humano llega a comprender la mejor forma de vivir cuando ha alcanzado una edad avanzada, pero esa no tiene que ser la regla. Así como nos interesamos en inculcar en nuestros hijos educación intelectual, buenos modales y hábitos de higienes, de igual manera debemos enseñarles a cultivar sus virtudes. Que no crean que son cualidades reservadas para unos pocos, pues todo las tenemos. Sencillamente cada uno de nosotros cosecha lo que ha sembrado. Ese es el orden divino.

8 de agosto de 2011

Ruth la moabita.

Ruth la moabita.

 

Israel atravezaba una época de hambre cuando Elimelec, de la tribu de Judá, decidió establecerse en la tierra de Moab junto a su familia. Su mujer, Noemí, y sus dos hijos, Majlón y Quelión, eran los miembros de la familia de Elimelec. A la muerte de Elimelec, los hijos de este se unieron a dos mujeres moabitas, Orfa y Ruth. Los hijos de Noemí y Elimelec también murieron sin engendrar hijos, pero sus mujeres permanecieron al lado de Noemí.

La tradición de aquellos pueblos permitía a una joven viuda casarse con el hermano de su difunto esposo o, en caso de que no tuviera hermanos, con el pariente más cercano del difunto. En el caso de los hijos de Noemí, ambos murieron, Noemí también había enviudado y además habitaban en tierras extranjeras. El futuro de aquellas tres mujeres lucía sombrío.Esa fue la razón por la cual Noemí decidió regresar a Israel y otorgarle permiso a sus nueras de marchar de vuelta a los hogares de sus padres. Al principio ambas, Ruth y Orfa, se opusieron a la petición de Noemí, pero luego, ante la insistencia de esta, Orfa decidió marchar.Ruth prefirió quedarse al lado de Noemí. Fue así como ambas regresaron a Belén.

Ruth seguía los consejos de Noemí, y se integró a la comunidad israelita de Judá. Halló trabajo en la siega de Boaz, quien resultó ser uno de los parientes de Elimelec. Todos sabían la historia de Noemí y de cómo Ruth, siendo una joven mujer, había decidido no abandonar el lado de su suegra. Boaz vio con buenos ojos a Ruth por todo lo que de ella se decía, y acercándose a esta le dijo que podía quedarse a trabajar todo el tiempo de la siega entre sus jornaleros e instruyó a su capataz para que diera a Ruth un trato honrado.

Ruth compartía todo con Noemí, esta última le comunicó a su nuera que Boaz era un pariente redentor de su  hijo Majlón, de quien Ruth había enviudado, y la instruyó para que, de acuerdo a las tradiciones de su pueblo, propiciara la posibilidad de casamiento entre Ruth y Boaz.

Boaz admiró aún más a Ruth por el hecho de no haber intentado hallar entre otros hombres, más ricos y jóvenes que él, a un futuro esposo. Se sintió complacido con Ruth y decidió que sería el pariente redentor de la familia de Majlón.Había sólo un detalle, existía un pariente más cercano a la familia de Elimelec que el mismo Boaz. Por eso, en frente de algunos de los ancianos del pueblo como testigos, Boaz conversó sobre el tema con este otro miembro de su parentela. El otro pariente rehusó ocupar su derecho de pariente redentor y de ese modo quedó el camino abierto para que Boaz y Ruth se casaran.

Esta historia se encuentra en el antiguo testamento, en el libro de Ruth, y nos muestra como una extranjera, de la tierra de Moab, halló gracia entre los israelistas hasta el grado de ser aceptada como uno de ellos, debido a su lealtad, solidaridad  y cariño hacia su suegra Noemí, a quien obedeció como si fuera su propia madre. Al final Ruth y Boaz engendraron un hijo a quien pusieron por nombre Obed, luego Obed engendró un hijo llamado Isaí, este último engendró a quien fuera bendecido un día por Dios para ser el rey más grande y valiente de la tierra de Israel, el rey David.

6 de agosto de 2011

Una mujer llamada Esther.

Era el rey Asuero el hombre más poderoso entre la India y Etiopía. Gobernaba sobre 127 provincias en toda aquella región. Al tercer año de su reinado celebró una gran fiesta para sus servidores y magistrados. Todo el pueblo de Susa, capital del reino de Persia y donde se encontraba el trono del rey Asuero, celebró con el rey, bebiendo vino en copas de oro en los patios del palacio real. La reina Vasti también celebró con todas las mujeres del reino. Todo era una gran celebración.

En medio de toda aquella fiesta el rey ordenó a sus eunucos que trajeran ante su presencia a la reina Vasti para exhibir su belleza ante sus invitados. La reina rehusó cumplir la orden del rey. Por esa desobediencia y siguiendo las palabras de sus sabios consejeros, el rey quitó a Vasti los privilegios de reina. Fue así como inició la búsqueda de una nueva reina para el rey.

De entre muchas vírgenes doncellas que fueron presentadas ante el rey solamente una halló gracia ante sus ojos. Se trataba de Esther. Quien no había revelado que era perteneciente al pueblo judío.

Esther había sido criada por Mardoqueo, ya que esta quedó huérfana  a temprana edad. Fue gracias a las orientaciones de su pariente Mardoqueo que Esther llegó a ser la reina de Persia, esposa del rey Asuero. También gracias a su belleza y encantos de mujer, pero principalmente por la fe y obediencia que le profesaba a Dios, nuestro creador.

El ascenso de la reina Esther al trono de Persia y de todas las tierras comprendidas entre la India y Etiopía, tuvo un significado especial para el pueblo judío. Esto así porque el hombre de confianza del rey, llamado Amán, sentía odio hacia Mardoqueo y el pueblo judío. Ese odio hizo que Amán obtuviera la autorización del rey Asuero para exterminar al pueblo judío que habitaba en todo su reino. De nuevo los consejos de Mardoqueo y los ayunos y plegarias de Esther ante el creador, la llevaron a revelar al rey su origen judío y a pedirle que revocara la orden de exterminio en contra del pueblo judío. El rey Asuero concedió la petición de Esther y el  pueblo judío no sólo se libró de aquella fatídica orden real sino que revertió la misma y exterminó a todos sus enemigos que habitaban bajo el mandato del rey Asuero.

La historia de Esther está en la biblia, en el antiguo testamento. En ella podemos ver que Dios tiene infinitas maneras de mostrarnos su poder. En esta historia el instrumento utilizado por Dios fue la belleza y encantos de una mujer, una mujer llamada Esther.