31 de julio de 2012

Y mi pluma dormía.

Días escasos de sensible ternura para inspirar mi pluma.
Días rellenos de ruidos mundanales distractores del ingenio de tiempos fecundos de métrica y rima.
Días alegres que rebosan mi copa de embriagante almíbar y derrochan sudorosos suspiros de placer entre los pliegues de mi cama… de mañana, de noche, de madrugada…
Días, días, días. ¿Quién ha tomado mi pluma?
¿Habrá sido la Una? A quien de tanto escribir mis enamoradas odas pudo haber sustraído de mis dedos toda sangre deseosa de exclamar la presencia del amor en mi ser. Amor que una vez cayó al insondable vacío buscando asirse del viento burlón que compuso entre versos desafinados el himno de lo que ya se ha olvidado.
Una… Amada e inmadura Una.
Más probable es que haya sido la Tres. Nunca creyó en el torrente abrasador contenido en las estrofas de mis pensamientos de amor y en vez de asimilarlas tal y como las leía, intentaba explicarlas con la más absurda de las filosofías y así se desvaneció quien pudo ser para siempre reina de la vida mía.
Prueba fehaciente de que la madurez es ninguna garantía en cuestiones de amor.
O la Dos. Tanta incertidumbre  plasmó en mi cuaderno. Escritos tan tristes que hoy ni los recuerdo. Fueron sustituidos por aquellas intrigantes miradas que con asedio pregunbtaban si en realidad la amaba.
Como si el amor pudiera pesarse en vulgar balanza medidora de sentimientos... ¡Tontos lamentos!
Dos... pensando siempre en la Una distanciada y olvidada, mientras acusaba a la Tres, la nada que transformaba pasión ardiente en heladas veladas.
Ni la Una, ni la Dos, ni la Tres. Mi pluma sólo dormía y ha despertado justamente en este día.

11 de julio de 2012

Mundo de locos.

Siempre he pensado que hay serias contradicciones entre lo que el común de la gente entiende como "persona normal" y lo que esas mismas personas normales son capaces de soportar sin emitir la más mínima queja. No digo que haya que tirarse del puente ni practicarse el Harakiri japonés pero sí entiendo que los seres humanos deberíamos intentar mejorar cada día más la calidad de nuestras vidas. Hay ciertas cosas que no concuerdan con conductas de personas normales pero la sociedad las aplaude:

Consumir alcohol hasta la saciedad. Si existen campañas contra el uso de drogas ilegales pero el alcohol causa más víctimas por accidentes y enfermedades que todas las drogas juntas ¿Por qué no existe una campaña mundial constante en contra del uso indiscriminado de las bebidas alcohólicas?

Fumar tabaco. Tanto hablar de las enfermedades y la disminución en la calidad de vida que provoca el fumar cigarrillos pero no establecemos como una prioridad educar a nuestros niños para que se erradique para siempre el consumo del tabaco. Es un vicio asquerosamente repugnante.

Ingerir comida chatarra: El asunto a la hora de hablar de comida es hasta penoso. No es solamente la ignorancia lo que provoca que el ser humano no se alimente bien sino que muchas veces la gente tiene que echar mano a lo primero que encuentra en su camino, aunque esto sea pura basura que ensucie su organismo. Eduquemos a nuestros semejantes acerca de la importancia de ingerir frutas y vegetales. No dañemos a nuestros niños con comida chatarra.

Gastar dinero en las modas.  A todos nos gusta vestirnos con ropa bonita y que nos quede bien pero eso de ser esclavos de modas e invertir grandes cantidades de dinero en comprar calzados y otros elementos de nuestra vestimenta a precios excesivos solamente beneficia a diseñadores y dueños de esas marcas mientras perjudica al bolsillo y la vida de los consumidores.

Juegos de azar: Loterías, carreras de caballos, bancas de apuestas y demás actividades que involucran el apostar dinero son males que conviven con nosotros como si nada y en vez de disminuir las vemos aumentar cada día. ¿Por qué nadie se queja?

Entiendo que organizaciones de los derechos humanos y de la sociedad civil deberían demostrar un verdadero interés por la sociedad mediante la implementación de programas encaminados a erradicar de la sociedad los arriba mencionados flagelos a través de la educación y de la elevación del nivel de conciencia colectivo de nuestra sociedad.

Hasta que esas y otras costumbres perjudiciales no desaparezcan seguiré pensando que las llamadas personas normales no son tales y que realmente vivimos en un mundo de locos. Somos todos locos.