24 de junio de 2014

La experiencia personal del ser espiritual.

Soy un ser espiritual y no discuto con ateos. Esa decisión la tomé hace ya mucho tiempo, desde que me inicié en el estudio de lo espiritual y esotérico, siendo apenas un niño, entendí también que discutir acerca de la existencia de aquello que daba sentido a mi vida sería equivalente a discutir sobre mi propia existencia. Si alguien duda de la posibilidad de que yo pueda o no existir y me lo comunica, no puedo menos que sentir compasión por el estado de confusión en que habita esa persona, pero el ser compasivo no me obliga a escudriñar cada mente que no entiende que sería más sencillo simplemente ignorar algo que no existe en vez de invertir tiempo y energía en negar enfáticamente aquello en lo que no cree.
Sin embargo debo admitir que entiendo a los ateos. Sí, de verdad los entiendo. Entiendo que una persona no tiene capacidad para hablar sobre aquello que no conoce, si una persona no ha tenido o no ha sabido reconocer experiencias espirituales en su vida ¿Por qué habría de creer que es un ser espiritual?por eso entiendo a los ateos. Aunque reitero que no entiendo el porqué gastar sus energías intentando gritar al mundo su condición de ateo, pero puedo entender que solamente la experiencia espiritual puede convencer a un individuo de que él mismo es un ser espiritual y por ende está conectado a otros seres espirituales y a una fuente de energía espiritual que ha permitido su existencia.
Si miro en restropectiva, teniendo yo algunos seis o siete años de edad, compruebo que era un niño algo difícil de convencer en cuanto a las cuestiones que no me podían ser explicadas con claridad. Era yo entonces muy inocente para saber que no todas las personas poseen el talento o la capacidad de explicar detalladamente y con palabras las cosas que saben y conocen. Aunque algunas personas sí tienen el poder de explicarlo todo con tan solo una mirada, un abrazo o un apretón de manos, pero ese es otro tema. El asunto es que estando yo en la escuela bíblica, junto a mis hermanitos, era algo receloso respecto a muchas de las cosas que allí se decían. Probablemente aquellos recelos eran provocados por la advertencia de mi padre de no depositar mi confianza en personas extrañas, y yo entendía por extraño a todo aquel que no fuera mi papá, mi mamá, mis abuelos y algunos de mis hermanos. Por eso miraba a sor Pilar, aquella monja tan dulce, expresiva y cariñosa, con cierto aire de duda, cada vez que comenzaba a hablar acerca de temas inexplicables con palabras. Pensaba que quizás sus padres no le advirtieron acerca de los extraños y alguna persona pudo haberla inducido a confusión, aún así prestaba mucha atención a todo lo que ella decía porque ya sabía que la única manera de aprender o descubrir falsedad era prestando verdadera atención a las cosas que a uno le comunicaban. Pero ocurría algo increíble cada vez que yo salía de la escuela bíblica meditando sobre lo que acababa de escuchar, es que aquello sobre lo que yo meditaba se reflejaba en la vida real. Por algún tiempo pensé seriamente que se trataba del poder mental de crear cosas y situaciones imaginarias y llegar al extremo de creer que eran reales, y de verdad me atraía tener dudas, porque me agradaba despejarlas luego con evidencias tangibles. Fueron las experiencias vividas, principalmente aquellas ocurridas cuando yo no las había buscado, las que me mostraron indudablemente que soy un ser espiritual.
Ha llovido mucho desde la escuela bíblica. El gnosticismo, la metafísica, el epicureísmo, la filosofía en general, miles de libros, y un sinnúmero de otras fuentes, han puesto a prueba mi capacidad para creer y para dudar, pero al final solamente mi experiencia personal me ha permitido darme cuenta que soy un ser espiritual.

23 de junio de 2014

La juventud necesita de tu experiencia.

La juventud necesita orientación, muchos de los jóvenes que andan errantes en las calles, buscando problemas innecesarios lo hacen porque están desorientados. A veces una palabra sabia puede mostrar un camino diferente a los que no saben por donde dirigir sus pasos. Aunque muchos estén perdidos no todos lo están. Rescatemos a los jóvenes que todavía sirven, tengamos confianza en que no todo está perdido y que nuestra experiencia es la llave que abrirá las puertas a la oportunidad que necesita nuestra juventud..

Realidad de la familia dominicana.

Es la interminable lucha generacional en la que cada cual reclama para sí el título de la mejor generación: los de la tercera edad expresan que sus hijos, esos a quienes ellos les pagaron la universidad, no tienen tiempo ni siquiera para conversar con ellos, se sienten olvidados, y a veces lo son, incomprendidos y muchas veces son huéspedes involuntarios de algún asilo; Los adultos, mayores de 35, dicen no poder controlar a sus vástagos, que los jóvenes de hoy, en su mayoría, no sirven, que son una burda y desmejorada imitación de los acomplejados afroamericanos que insisten en descargar sus frustraciones en una música, mal llamada urbana que casi siempre dice absolutamente nada; los jóvenes de hoy, entre 10 y 35, escuchan ruidos a todo volumen al que quieren llamar música, dicen no entender el lenguaje de los adultos e insisten en creer que sus niños, los hijos de cada cual, son los niños más inteligentes del mundo sólo porque pueden navegar en la red utilizando un celular; los niños de hoy, menores de 10 años, pasan la mayor parte del tiempo entre seres extraños, lejos de sus padres, los confinan a un maternal antes de que puedan hablar, luego, cuando han crecido, los encierran en salas de tareas o en clases de arte o idiomas por donde sus padres los recogerán cuando casi se apague la luz solar, porque las madres de hoy no pueden criarlos, ellas tienen que trabajar y tener una actualizada vida social.
¿Cómo llegamos aquí?: los de la tercera edad creían en la disciplina férrea e innegociable, los muchachos no opinaban, el premio por obtener buenas calificaciones era no ser castigados y la inmensa mayoría de sus hijos son educados pero muchos de ellos quedaron traumatizados y siguen creyendo que no les es permitido conversar con sus progenitores; los adultos de hoy, comenzaron a decir que sus hijos no recibirían los golpes y férreas disciplinas que ellos recibieron, que sus hijos tendrían el poder de hablar y decidir hasta en la escuela que ellos querían estudiar, quisieron ser tan abiertos con sus hijos que les permitieron tutearlos, borrando la línea del respeto, lo que hoy en día ha desembocado en una generación sin límites ni control; los jóvenes de hoy aprendieron el arte de la manipulación y el chantaje para obtener lo que deseaban de sus padres que no los corregían debidamente y les daban tanto tiempo y dedicación que llegaron a empalagarlos, ignoran que el mundo ya estaba inventado por completo cuando ellos llegaron y piensan que las cosas seguirán llegando a sus manos como si fueran regalos; los niños son testigos de un mundo cuyas reglas se violentan cada día, un mundo en el que viven rodeados de las nanas que los cuidan, las profesoras del maternal y los aparatos modernos que inundan su vidas de tecnología.
Resultado.
Las personas son más vacías e insensibles cada día, la violencia es tan normal como el juego de pelota, la gente no cree en ellos mismos a menos que traigan puestos ropa de moda que sea costosa y puedan aparentar que tienen dinero aunque en sus casas no tengan ni un pedazo de pan, el respeto no existe entre las generaciones y a nadie le importa que todo por lo que tanto trabajó nuestro pueblo hoy en día se esté deteriorando a pasos agigantados.
¿Cuál es la solución?
La familia dominicana tiene que rescatar sus valores: la experiencia de la tercera edad hay que aprovecharla, las personas mayores tienen que aprender el uso de las computadoras y transmitir sus conocimientos, experiencias y sabiduría a todos los demás; los adutos de hoy tienen que entender que son ellos los que dominan el mundo, ellos tienen el poder adquisitivo y la fuerza para cambiar las cosas, porque los jóvenes viven entre nebulosas confusas producidas por el consumismo y la falta de metas específicas; los jóvenes tienen que prepararse, practicar deportes, amarse por lo que son y no por lo que tienen y pensar en el futuro de sus hijos y de nuestra nación; los niños necesitan amor de parte de todo el mundo, necesitan mucho cuidado y cariño, solamente así podremos esperar tener entes de provecho en el futuro inmediato.