31 de marzo de 2011

Abril 24 de 1984.

Preparaba mi bulto de entrenamiento cuando escuché el teléfono sonar. Salí de mi habitación hacia la sala y, al contestarlo, escuché la voz de mi padre decir que no debía asistir a mis entrenamientos. Pregunté el por qué y simplemente dijo que había problemas en la calle. Colgó el teléfono luego de advertir que lo mismo iba para todos mis hermanos. En cuanto llegaran de la escuela deberían permanecer en el hogar.
Aquello me resultó algo extraño, pero nadie discutía las órdenes de mi padre y además era la primera vez que ocurría algo así. Comuniqué a mis hermanos la novedad y nos pusimos a jugar parché en la mesa del comedor mientras esperábamos la hora de comer. Después del almuerzo, encendimos el televisor, fue entonces cuando nos enteramos de lo que ocurría. Santo Domingo, al menos la parte alta de la ciudad, ardía por las cuatro esquinas. El pueblo se había lanzado a las calles en protesta por el alza de los alimentos y los productos de primera necesidad.  La policía los enfrentaba con macanas y bombas lacrimógenas.
Habiendo crecido tan cerca de la Universidad Autónoma de Santo Domingo, hacía que aquel cuadro resultara bastante familiar. En múltiples ocasiones me tocó ver estudiantes correr despavoridos, con los ojos enrojecidos, después de haber enfrentado a los "cascos negros" de la policía nacional. La sensación de haber olido pimienta, el olor a neumáticos incendiados y la suspensión de clases en la UASD era algo cotidiano, ocurría dos o tres veces al año sin faltar. Quizás por eso no me alarmaron tanto aquellas escenas que transmitían los canales locales de televisión. Sería cosa de un par de horas y luego todo volvería a la normalidad, estaba seguro de ello.
La semana santa recién finalizaba y los dominicanos debían retornar a sus labores después de aquellos días de asueto. El gobierno, encabezado por Salvador Jorge Blanco, anunció drásticas medidas de carácter económico como fruto de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (F.M.I.). La mayoría de la población dominicana desconocía todo lo relacionado con ese organismo financiero internacional pero su sola mención a partir de aquel momento representaba un presagio de malos augurios. Así fue por mucho tiempo.
Las medidas anunciadas por el gobierno desembocaron en un exagerado incremento de la canasta familiar; Arroz, habichuela, leche, pan, gasolina, todos los precios salieron disparados.  Ese fue el detonante que explotó   la olla de presión que hervía en la parte alta de mi ciudad.
Mi sector era muy tranquilo, nada de lo que acontecía al norte del Distrito Nacional se reflejaba en el desenvolvimiento de mi zona. De no haber sido por la militarización total de nuestro entorno, cualquiera hubiera creído que se trataba de otra ciudad. Pero aquellos militares con armas largas y uniformes de camuflaje, apostados en las azoteas de los edificios, como en tiempos de guerra, no nos permitían olvidar lo que sucedía. Las violentas escenas, casas incendiadas, neumáticos quemados por doquier y el terror impregnado por el olor a sangre, confundía a los capitaleños que habitaban los barrios más desposeídos de mi ciudad natal.
Mi interior se convirtió en un saco sin fondo donde la sociedad vertía toda aquella información sin ningún tipo de explicación, ni justificación. ¿Qué ocurría Dios mío? nunca comprendí lo que pasó en tiempos de la revolución de abril del 65, nunca pude comprender los pensamientos de un pueblo que se lanzaba a morir por una supuesta democracia que nunca ha existido en mi adorada Quisqueya. No entendía la ausencia de diálogo entre ciudadanos de una misma nación que no pudieron ponerse de acuerdo luego del nefasto golpe de estado contra el presidente Juan Bosch, pero creía que eso era cosa de un ignorante pasado de un pueblo acostumbrado a la mano férrea de la dictadura y que en cierto modo podría ser un resultado normal y hasta esperado por los estudiosos de la conducta humana. Fueron otros tiempos muy diferentes, me decía sin comprender lo que en el presente sucedía. Terminaba el tercero de bachillerato y en varias ocasiones pude escuchar en clase los relatos de profesores que narraban, a su manera, aquellos trágicos momentos de nuestra historia. También pude leer en la prensa, y en uno que otro libro, a diversos autores que  de nuevo a su manera, relataban lo acontecido. Nunca lo entendí. ¿Para qué matar a un pueblo que ni siquiera estaba ilustrado en el verdadero significado de la palabra libertad?, y el pueblo ¿por qué luchaba contra sus propios hermanos con tanta saña y valentía sabiendo que eran todos parte del mismo pueblo?. Nunca lo entendí. Pero en mi interior quise siempre darle una justificación. Era sólo un pueblo ignorante que no conocía el sabor de la libertad.
Mas, 1984 no era 1965. Muchísimos de los jóvenes que lanzaban piedras y quemaban gomas, no habían nacido o tenían muy poca edad en los tiempos de aquella sangrienta revolución que propició la intervención gringa en los años sesenta. Esos pensamientos me aterraban. Solamente pensar que algo similar pudiera ocurrir y que entonces tuviera yo que presenciar una repetición de lo que nunca entendí y no entenderlo una vez más, era un espantoso pensamiento. Los cascos negros fueron sustituidos por el ejército. Los cazadores de Constanza, decían todos, ocuparon las azoteas de los pocos edificios de la parte alta de Santo Domingo y desde allí ultimaron sin contemplación todo lo que se movía por aquellas callejuelas de los barrios pobres de mi ciudad. Cuatro días más tarde la revuelta había sido totalmente aplacada. El gobierno dijo que unas decenas de personas habían perecido en dichos incidentes, los sindicalistas de la clase obrera hablaban de miles de muertos y uno no sabía en quien creer. La ciudad siguió estando militarizada por varios días. En los periódicos de circulación nacional apareció una lista inmensa de nombres de personas que, según ciertas organizaciones civiles,  habían perdido la vida en los enfrentamientos de esos horribles cuatro días que tiñeron de sangre y horror mi hermosa capital dominicana. Todavía una semana más tarde podía sentirse la tensión reinante entre mis conciudadanos. Especialmente en barrios como Villa Juana, San Carlos, Cristo Rey, Villa Consuelo y otros más por donde me sentí obligado a caminar para palpar por mí mismo la realidad, para indagar acerca de la suerte de varios de los jóvenes de esos sectores a los cuales yo conocía, para comprobar lo que la prensa y el gobierno, también el pueblo decía. Los agujeros en las paredes de los edificios y casas de los barrios evidenciaban el derroche de municiones de los miembros del ejército contra sus compatriotas portadores de piedras y gomas para quemar… era evidente la lucha desigual.
Mi frustración fue mucho peor cuando el presidente Jorge Blanco dirigió un discurso televisivo a todo el pueblo dominicano y en vez de mostrar pesar, asombro, pena y duelo, como yo esperaba, felicitó al entonces Secretario de las Fuerzas Armadas que ostentaba un apellido más que adecuado para la ocasión, "Cuervo Gómez". Me preguntaba entonces si algún día, cuando yo creciera, podría entender todas aquellas cosas que entonces no entendía, me preguntaba el significado de injusticia, democracia, y libertad al estilo dominicano, que no concordaba con lo que yo encontraba en los diccionarios de la real academia española. Mientras más me preguntaba, más me confundía. Ante mis inquirimientos mi padre me decía que nos faltaba mucho antes de que disfrutáramos de una verdadera civilización organizada y acto seguido me advertía que no hablara de esos temas ni de nada parecido en lugares públicos, incluidos los carros de transporte púbico y mucho menos con personas extrañas o desconocidos, aunque fuese cuestionado sobre el particular. En eso siempre obedecí a mi padre y seguí al pié de la letra sus consejos. Lo que nunca pude hacer fue entender por qué dominicanos mataban a dominicanos cuando ni siquiera existía entre nosotros una ideología política definida.
Admito que unos años más tarde sentí algo de consuelo cuando el Dr. Joaquín Balaguer, de vuelta en el palacio presidencial, propició que la justicia dominicana sometiera, enjuiciara y luego encarcelara a Jorge Blanco y a Cuervo Gómez, y que las personas adultas a los cuales escuchaba hablar del tema dijeran que Balaguer lo hizo, no por los desfalcos y corrupción de los cuales fueron ambos acusados,   sino por los muertos de abril de 1984.
En aquel entonces supe que uno de los jóvenes que estudiaba teatro conmigo en Bellas artes, llamado Moisés, murió acribillado por las balas de nuestro Ejército Nacional y nunca lo pude olvidar. No pude olvidar todo aquello y no pude conformarme con saber que mi nacionalidad dominicana no era garantía de que algún día pertenecería a una verdadera civilización. Así que años más tarde, aún sin entender cosa alguna, salí de mi tierra en busca de lo que mi país no me daba.
Tamaña fue mi sorpresa cuando luego de años y de haber conocido muchas otras ciudades me di cuenta que aún en las supuestas sociedades avanzadas ocurría algo similar a lo que pasaba en mi tierra. No existe una relación armoniosa entre gobernantes y gobernados, más bien todo parece un estúpido juego entre dominadores (del gobierno de turno) y dominados, solamente semejante a la relación entre los leones de circo y sus domadores armados de un látigo y una silla. Estúpido león que no se da cuenta que es él quien tiene el poder y podría tener el control cuando quiera.
Hoy, gracias a Jesucristo, ya no siento aquellos fastidiosos sentimientos contradictorios cuando escucho los nombres de aquel ex presidente y de su secretario de las fuerzas armadas. Y aunque las cosas no han cambiado mucho en mi tierra y seguimos estando lejos de tener una verdadera civilización, hoy sé que a mi pueblo solamente le falta educación para que lo cambiemos todo. Muchos de mis compatriotas lo ignoran y algunos de los que lo saben les conviene, creen ellos, quedarse callados al respecto. Pero yo lo sé. Sé que la educación,  no las violentas protestas, puede cambiar nuestra realidad. Que si fuéramos un pueblo educado en su totalidad, verdaderamente educado, no con el intento educacional que significa nuestro actual Ministerio de Educación, dejaríamos de permitir que un grupito de corruptos funcionarios hurtara descaradamente y en nuestras narices el dinero que nos pertenece a todos. Que nuestros jóvenes murieran a diario  abatidos por disparos salidos de las armas de nuestro propio cuerpo policial, quienes son también hijos de nuestro pueblo, sería un capítulo ya leído. La insalubridad en nuestros hospitales fuera inconcebible y sobretodo el hambre, ese maldito flagelo que golpea inmisericordemente a los pueblos mal gobernados, no sería la causa de tanta violencia y de tanto crimen.
Si mi pueblo fuera educado, si Latinoamérica fuera totalmente educada, todo cambiaría. Dejaríamos de ser leones de circo dominados por un látigo, una silla y un ignorante domador de fieras de cualquier circo.
Sigo sin entender por qué no despertamos y educamos nosotros mismos a nuestros hermanos, para evitar que ya nunca se repitan aquellos desastrosos escenarios sangrientos en nuestra sociedad. Confío en Dios. Por eso oro todos los días para que mi tierra despierte y seamos un día el pueblo educado y civilizado que tanto anhelo.

24 de marzo de 2011

Dominiland 2ª parte.

Dominiland; País de las maravillas.
Si no leíste la primera parte, entra a: Dominiland 1ra parte.  
La sonora carcajada inundaba todo el despacho real. Monchy Burquis se retorcía en el sofá mientras miraba la televisión, las imágenes en la pantalla mostraban como llevaban en camilla a Afrini, luego de que los gendarmes   reales lo bombardearan con bombas lacrimógenas. Afrini quizo elevar una protesta pública a favor de sus detenidos colaboradores y poco faltó para que recibiera unos cuantos palos a manos de la guardia parlamentaria. Pronto todos se olvidarían de él, pensaba Calvini, por eso no lo envió a prisión junto a sus consejeros reales. Monchy gozaba la vergüenza que Afrini estaba pasando, justo en la misma calle donde él mismo hizo famoso aquel grito de guerra ¡Entren to' cojollo!. El monarca de Guraviña lo interrumpió, ¡Mira, Monchy! Llévate  el jodío televisor si quieres y déjame trabajar tranquilo. Monchy Burquis salió de la oficina sin poder dejar de reír.
Calvini empezó a gobernar y su nuevo reinado disfrutó de cierta prosperidad…. Nada del otro mundo pero su pueblo notaba la diferencia y el avance. Nombró a Guidín Maceta encargado de publicar los edictos del rey, Milly Boxchina, virreina de Gazcolandia, se encargó de dar reglazos a los estudiantes que no hacían la tarea, Micky Bigote fue nombrado constructor de caminos y el Duque de Barahín, Fellini el Soberbio, primero se autonombró jefe de gendarmes y luego decidió emular a Cristóbal  Colón y, construyendo cinco carabelas, las mandó a buscar turistas para el reino desde los cinco continentes, aunque no quisieran.
Todo parecía acoplarse para los jachistas, entonces Calvini de Guraviña cometió otro error. Sintiéndose acosado por banqueros y comerciantes poderosos a los cuales el antiguo rey Afrini tenía acostumbrado a complacer en todos sus requerimientos, Calvini puso a prueba su poder y mandó a freír tuzas a aquellos burgueses mal acostumbrados a obtener del reino todo lo que deseaban. Calvini dijo ¡El poder es para usarlo! y mandó a encerrar en prisión a algunos de estos poderosos mercaderes. Los demás burgueses contemplaron atónitos lo sucedido, no podían dar crédito a sus ojos. ¿Quién se ha creído ser este Calvini de Guraviña?, decían, si el poder es para usarlo, nosotros tenemos el poder del dinero y vamos a usarlo en su contra. Muy pronto todo el reino sintió la fuerza y el poderío de este pequeño grupo de mercaderes que poseía en sus manos el 80 por ciento de todas las riquezas del reino de  Dominiland. Sus maniobras inflacionarias afectaron el ámbito de otros comerciantes, quienes  veían sus negocios quebrar sin poder nada hacer, espantaban a los jerarcas de otras tierras a través de sus potentes medios de comunicación e incrementaron el poder hipnótico que ya poseían en el pueblo dibujándoles un imaginario escenario que llamaron "La casa del terror" y todos a una (como dijo Lope de Vega  en Fuenteovejuna), se dispusieron a sacar de palacio a Calvini de Guraviña.  Baúles repletos de oro fueron invertidos, "total, pronto lo recuperaremos del pueblo de nuevo" decían los mercaderes y burgueses. Llegaron incluso a sobornar a varios de los consejeros del Rey Calvini quienes mal aconsejaban a su monarca dándole informaciones falsas acerca de lo que ocurría en el campo de batalla, "Su Majestad calvini, aún nos queda mucho por hacer, tenemos al enemigo rodeado y colgado del pichirrí , Calvini reía confiado y bromeaba sin parar.
Los mercaderes sentían satisfacción al darse cuenta de que su empresa vislumbraba los resultados esperados, el rey Calvini pronto sería derrocado. Una vez más todos reunido, trataban de decidir quien tendría la corona, a todos les fue ofrecida pero ninguno quiso tomarla. Sus negocios eran más prósperos y dejaban más beneficios que el mismo trono real, por eso ninguno quería gobernar. Pincho Caremono, un legalista invitado por los mercaderes a aquella reunión, hizo gala de sus conocimientos jurisprudenciales al aconsejarles "Yo creo que lo más correcto sería rescatar a Afrini de la montaña en que se encuentra y volver a hacerlo rey.", Varios de los mercaderes escucharon con recelo la observación hecha por Caremono, unos decían "La última vez que Afrini gobernó llegó a ser detestado por casi todo el pueblo", otros refutaban "Recuerden que nunca antes ningún monarca confundió tantas veces al pueblo en tan poco tiempo". Algunos de los más poderosos, incluidos familiares de aquellos a los que Calvini se había atrevido a poner en la cárcel, apoyaban la moción interpuesta por Caremono, después de todo algunos hasta enviaban mensualmente comestibles y golosinas al chiribitil de Afrini a través de sus sirvientes. Claro sin dejarse ver con él, por si acaso. Como siempre estuvieron todos de acuerdo. Eso los diferenciaba del explotado pueblo que siempre pensaba con el estómago y vendían hasta su acta de nacimiento con todo y fé de bautismo por un plato de cocido de pata de vaca de la fonda de Marisol o por un sanguchito de queso y un morisoñando con K de la Barra Payán.
Fue así como  dispusieron rescatar a Afrini de su montaña en forma de globo. Con todo ese poder de su lado, Afrini estaba más que entusiasmado. Muy pronto olvidó todos los errores de su  gobierno pasado y gritó a todo pulmón "e pa palenque que vamos". Decía esto pues su vuelta a palacio era inminente y esta vez, lo había decidido, fundamentaría su estrategia de gobierno en las ganancias obtenidas por el petróleo (que comparaba con las negras arenas de la playa de Palenque.), no hablaría tanto con el pueblo llano como la otra vez (total, se había dado cuenta que un grupito de mercaderes tenía más poder que todo el pueblo de Dominiland, quienes nunca se ponían de acuerdo para luchar unidos por su bien común y ni uno solo de ellos entendía su profunda conceptualización.), solamente hablaría de vez en cuando con los dueños de los medios de comunicación y más que hablar tanto, estos tendrían que conformarse con las cuantiosas ganancias que obtendrían de la propaganda oficial que colocaría en sus espacios. Todo lo tenía bien pensado y arreglado…. Subiría más los impuestos reales pero chin a chin para que nadie se quejara, mantendría contentos  a los dueños de carruajes y diligencias que eran los más ruidosos del pueblo y no hacían liga con los mercaderes, y sobretodo viajaría más que en su otro gobierno pues tenía que asegurar que si un día volviera a verse fuera de palacio (aunque sus planes eran perpetuarse en el poder y romper la marca establecida por el rey Joaco de Navarria), pero como ya él sabía que todo podía suceder en este mundo, tenía que asegurar que la organización de Noimportanloschiquitos Unida (ONU) o la organización de enanoscoje de bobos a lostercermunditas amargados (OEA) le diera un puesto dentro de sus filas, pero eso sería una última opción. Por lo pronto concentraría su esfuerzo y dedicación en reinar para siempre y romper la marca del rey  Joaco de Navarria… O ¿Quién sabe? Hasta podría quedarse en el trono más tiempo que el mismo Raffynidas de Cristobalea quien había reinado en Dominiland por 31 años ininterrumpidos. Mientras pensaba esto se miraba al espejo y decía en voz alta "excúsame de nuevo, me las sé de todas todas." Y tuvo ganas de estallar en una  carcajada pero no era su estilo, no podía perder su glamour. Su risa era callada, casi imperceptible, como si estuviera comiendo solo.
continúa en: Dominiland. Parte final.

 



  

 

Concentración mental: buena memoria.

¿Cuántas veces has escuchado narrar las siguientes situaciones?: Un individuo que sale a la calle, aborda su automóvil y justo al encenderlo se da cuenta de que no recuerda haber cerrado con llave la puerta de su hogar. Otro sujeto que no recuerda si almorzó al mediodía o que tipo de comida ingirió. Algunos llegan al extremo de olvidar a su propio niño encerrado en el auto, recordándolo más tarde o aun teniendo que ser avisados de su olvido por otra persona. Estos casos son mucho más frecuentes de lo que cualquiera puede imaginar. Por extraño que parezca, muchas de las personas que viven sucesos como los antes descritos poseen buena memoria, recuerdan cumpleaños, su aniversario de boda, el traje que usaron en su primera comunión y hasta la camisa que llevaban puesta el día que conocieron a su pareja. Entonces ¿Qué sucede?, ¿A qué se debe que una persona normal pueda olvidar a menudo detalles tan importantes? La respuesta es simple.¡Falta de concentración! Esas personas actúan mecánicamente, ejecutando sus labores cotidianas por automatización, por costumbre, sin estar concientes de sus actos. ¡Pasan el día entero durmiendo con los ojos abiertos! Cumplen su horario de trabajo, practican deportes, comparten con amigos, pero a menudo olvidan varias de las cosas que han hecho durante el día. Si una persona sufre de falta de concentración, necesita poner orden en su mente. Si no ha sufrido algún accidente o tiene vicios de consumir alucinógenos o alcohol, no tiene por qué olvidar o desconcentrarse en sus labores cotidianas. Cada cual es dueño de su mente, cuidador de su cerebro y tiene la responsabilidad de mantener todo su ser funcionando adecuadamente. Escudarse en el estrés o responsabilizar a factores externos de lo que ocurre en su interior es una muestra de irresponsable cobardía. ¡Negación de la realidad! Tener una buena concentración es algo inherente al ser humano. Aunque algunos pretendan hacernos creer que no es así, aunque otros entiendan que es normal para ellos andar despistados. Usted no tiene por qué aceptar esa mentira. Ese es el primer paso para remediar esas situaciones. No aceptes que te digan disparates semejantes. Somos seres increíbles, dotados de cualidades excepcionales y vivir desconcentrados no es una de esas cualidades. ¡Entiéndelo y vívelo! Este es un tema extenso y seguiremos explorándolo en el futuro, si Dios lo permite. Mientras tanto voy a compartir con ustedes algunos ejercicios prácticos que ayudarán a poner en orden algunas mentes distraídas. La lectura: No me refiero solamente a los libros de textos que nos asignan en los centros de estudios, tampoco a los abultados informes del trabajo. Se trata de leer temas que verdaderamente nos interesen de manera personal. Deportes, cocina, tecnología, historietas cómicas, cualquier tema que te guste y llame tu atención, al dedicarte a la lectura, te ayudará a incrementar tu concentración. Uno más. Cuando estés listo para acostarte, justo en el momento en que nada queda por hacer, haz el siguiente ejercicio mental: Repasa todos y cada uno de los pasos y acciones que realizaste durante el día, hazlo en sentido inverso, o sea, retrocede desde lo último que hiciste hasta lo primero que pensaste al despertar. ¡Te sorprenderás! Al principio te darás cuenta que no recuerdas una gran cantidad de las cosas que hiciste durante el día. Haciendo este ejercicio todas las noches, en poco tiempo notarás que recuerdas con mayor facilidad. Llegará el momento en que podrás recordar hasta el más pequeño pensamiento que atravesó tu mente desde el instante en que te despertaste. Otro ejercicio, muy bueno, puedes hacerlo a cualquier hora del día. Preferiblemente al atardecer o a media mañana. Para ello necesitarás un cuaderno o libreta de apuntes. Hazlo en un momento de tranquilidad y cuando no tengas asuntos urgentes esperando por ti. Tomas un lapicero, abres el cuaderno y comienzas a escribir todo lo que llegue a tu mente. Debes escribir lo mas rápido que puedas y sin proponerte escribir sobre un tema específico. Es recomendable que llenes toda la página de tu escritura. Al final lee todo lo que has escrito. Ya tienes una idea clara del estado en que se encuentra tu mente. ¡Perfecto! Lo próximo que harás es firmar tu escrito y ponerle fecha y hora. Haz el mismo ejercicio durante quince días corridos, al término de este plazo, habrás de sentarte tranquilo a revisar tus escritos de la quincena pasada. Descubrirás detalles asombrosos sobre tu personalidad, aprenderás a conocerte mejor y mejorarás potencialmente tu poder de concentración. Puedes interrumpir el ejercicio unos días, no más de una semana, y luego volver a hacerlo. Tus ideas fluirán de forma más clara y definidas y en un par de meses te sabrás mejor sicoanalista que el mismo Sigmund Freud. Un último consejo, por ahora, algo sencillo. ¡Rompe la rutina! Atrévete a hacer las cosas de un modo diferente a como siempre lo haces; toma un camino diferente al trabajo, escucha música en otro idioma o en un género al cual no estás acostumbrado, investiga sobre temas de los cuales tienes poco o ningún conocimiento, frecuenta otras provincias, otros parques, otros lugares. Hacer nuevos amigos, visita esos museos que abandonaste desde los paseos de la escuela, el jardín botánico, el zoológico, playas, en fin… ¡Deja a un lado la rutina! Tendrás mayor agilidad mental, vivirás más contento contigo mismo y gozarás de mejor salud. Sobre todo aumentarás sobremanera tu poder de concentración. Pon en práctica estos ejercicios, te aseguro que te servirán de mucho. Nunca olvides lo más importante de todo. Eres un ser dotado de gran talento e inteligencia, si alguien te dice lo contrario ¡No le creas!

18 de marzo de 2011

Vino nuevo en odres viejos.

Los tiempos cambian, la vida no da muestra de lentitud sino que cada día va más acelerada. Algunos lo llaman globalización, postmodernismo, realidad virtual o simplemente inventan un término nuevo para describir lo que está aconteciendo a nivel mundial… la humanidad sigue cambiando. Talvez sea difícil para un adolescente de estos tiempos imaginarse como vivíamos hace apenas veinte años, cuando no teníamos celulares ni Internet. Quizás se preguntan ¿como podía una pareja citarse en un lugar determinado sin saber lo que podía ocurrirle al otro que pudiera motivar la tardanza o ausencia de aquella cita?.  En la época actual, la comunicación tecnológica ocupa un papel primordial en las relaciones interpersonales. La verdad es que se trataba de otro tiempo, había que ser mas previsor, teníamos más tiempo para las cosas sencillas y en definitiva la vida tenía otro color, otro sabor. El mismo hecho de que pueda  imaginarme que un joven actual se formule este tipo de preguntas es quizás un anhelo ilusorio de revivir el pasado, pues es muy posible que la velocidad del mundo moderno no permita que los muchachos se detengan a pensar acerca de cómo vivíamos hace dos o tres décadas.
No es cuestión de que si aquellas tradiciones y costumbres eran mejores o peores, la realidad es que estamos aquí y ahora. La adecuación de nuestras vidas a lo que hoy se vive nos permite vivir más tranquilos y saludables que si insistimos en luchar contra el presente.
Una Situación similar ocurre en el ámbito cristiano de nuestros días. Se insiste en inculcar en el hombre y la mujer de este tiempo, tradiciones y creencias que pertenecieron a otro tiempo que ya dejó de existir, y ¿quése consigue? aquellas viejas tradiciones y creencias terminan reventándose cuan odres viejos incapaces de contener el vino nuevo que desea encontrar respuestas reales adecuadas al tiempo presente.
Las enseñanzas impartidas por nuestro señor Jesucristo a sus discípulos  son el más claro ejemplo de lo que aquí expreso. Jesús mostró el camino a recorrer por todos los que decidimos seguirle, tal y como leemos en los cuatro evangelios, pero cuando leemos el capítulo 10 del libro de los hechos vemos que incluso aquel discípulo sobre quien el mismo Jesús dijo que sería la roca sobre la cual edificaría su iglesia, tuvo que ser renovado en sus enseñanzas para que pudiera aceptar a los gentiles como hijos de Dios a pesar de no ser judíos, ni estar circuncidados. Pedro, a quien le fue ordenado por el señor de señores que apacentara las ovejas de su  rebaño, fue precisamente el testigo ocular del derramamiento del espíritu santo de Dios sobre Cornelio y los demás gentiles que lo acompañaban. Aquel centurión romano de la ciudad de Cesaréa había invitado a sus amigos y parientes a escuchar las buenas nuevas de labios de Pedro, ellos aún no habían confesado con palabras el arrepentimiento ni la aceptación de Jesús como su salvador, pero aún así recibieron el bautizo de fuego del cual nuestro señor había hablado a sus discípulos . seguro que  en aquel momento Pedro entendió que el señor verdaderamente hace las cosas nuevas cada día, que Dios no vive dentro de un molde cuán estatuaria figura de metal, sino que es un ser dinámico y renovador, incansable y trabajador, que no se conforma con recordarnos el pasado , más bien ante los cambios del mundo permanece siempre a nuestro lado.
La iglesia cristiana necesariamente debe ser renovada cada día, la manera de predicar el evangelio debe estar conforme a la manera en que los nuevos creyentes aceptan la vida de hoy. En vez de rechazar y reprender al joven moderno por su música, su lenguaje y su vestimenta, los cristianos tenemos el deber ineludible de aceptarlos, amarlos y comprenderlos mediante la renovación de nuestras mentes y la comunión perfecta y constante con nuestro creador. Es imposible que la llegada de cristo a un corazón tenga como condición un lenguaje, una canción o la forma de usar un pantalón. Puede ser que aquel joven rechazado por los moralistas que se resisten a aceptar el paso del tiempo sea más semejante a Jesucristo quien nunca fue entendido por aquellos maestros eruditos tan conocedores de la ley de Moisés pero tan ignorantes de la justicia del reino de los cielos.   Hermano, hermana, a veces me espanta pensar cual es el papel que jugamos nosotros y cuan parecidos a los fariseos podemos llegar a ser cuando intentamos reprender a los jóvenes que no desean vivir de nuestro ayer.
Cuando los fariseos intentaban echarle en cara al Mesías el que sus discípulos no ayunaran, haciendo esto de manera diferente a la costumbre judía, el señor les dijo las siguientes parábolas (Lucas 5:36 al 39);”Nadie corta un parche de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De otra manera, el vestido nuevo se rompe, y el parche tomado del nuevo no armoniza con lo viejo. Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos. De otra manera, el vino nuevo romperá los odres; el vino se derramará, y los odres se perderán.Pero el vino nuevo debe ser echado en odres nuevos.Y ninguno que bebe lo añejo quiere el nuevo, porque dice: "Lo añejo es lo mejor."
El vino nuevo que representa los nuevos tiempos, los nuevos creyentes y sus nuevas y modernas mentes, no podrían aunque quisieran encajar en formas de pensar primitivas, antiguas y por ende totalmente incomprensibles para ellos. Permanecer en el pasado, intentando frenar el avance de la humanidad mediante enseñanzas que no se adaptan a los tiempos modernos es la representación de los viejos odres, los cuales solamente saldrán deteriorados en el intento de ignorar lo que es tan real. Como resultado final, nuestros jóvenes buscan en lugares equivocados aquello que cada día le negamos, intentamos imponer sobre los nuevos creyentes una cruz que nunca pudimos cargar nosotros mismos y que ya fue cargada por nuestro salvador, todo esto mientras olvidamos que debemos dar por gracia lo que por gracia nos ha sido dado ¡El amor de Dios!”.

Es cierto, el vino añejo es mejor, pero para que haya vino añejo debe existir primero un vino nuevo al que sólo el paso del tiempo podrá añejar. Mientras el tiempo pasa, el vino nuevo debe ser echado en odres nuevos, porque como todos sabemos la Biblia es un libro que se actualiza cada día, como todas las cosas son hechas nuevas cada día por el creador. El tiempo seguirá pasando, las cosas seguirán cambiando, pero la palabra de Dios permanecerá para siempre.

15 de marzo de 2011

Viajes de menores sin sus padres.

Cada día, como consecuencia de lo antes expuesto, nacen más y más dominicanos en otros países (Nuestra constitución otorga la nacionalidad dominicana a los hijos de dominicanos, aunque nazcan en otros países), y por lo tanto se ha hecho común el enviar a esos niños a nuestro país a vacacionar, conocer a sus familiares y hasta a estudiar en nuestro suelo.También ocurre lo inverso, padres dominicanos en nuestro país que envían a sus hijos a visitar a sus parientes en otras naciones.
En muchos casos los padres no pueden acompañar a esos menores de edad y los envían con otro familiar.
Las leyes de migración dominicanas exigen que sea presentado un documento, una certificación a la hora en que niños dominicanos vayan a abandonar el país sin la compañía de ambos padres. Incluso si es acompañado por uno solo de los padres, el otro padre debe haber otorgado su consentimiento.
Estos asuntos es bueno que los tengamos pendientes y no querer resolver todo a última hora. A continuación comparto con ustedes los requerimientos de la Dirección General de Migración para estos fines.

Requisitos de migración para viaje de menor  sin sus padres.
Poder especial notarizado de los padres del menor autorizando al adulto para que acompañe a su hijo (a) durante el viaje.
En los casos en que uno de los padres se encuentre en el extranjero, este deberá acudir al consulado dominicano y enviar dicha autorización o poder a través de las autoridades dominicanas que operan en el país en que se encuentre,y el otro padre debe hacer los trámites por ante la D.G.M. en República Dominicana.
Legalizar dicho poder por ante la Procuraduría General de la República Dominicana.
Copias de cédulas o pasaportes de ambos padres.
Acta de nacimiento original y legalizada del menor.
Dos fotos 2x2 del menor.
Copia  del pasaporte de todos los viajantes. (del menor y su acompañante).
Solicitud de certificación por ante la D.G.M. que tiene un costo de R.D.$1000.00 (mil pesos dominicanos) por cada menor que participe del viaje.
Dicha certificación será entregada en el plazo de dos días laborables a partir del momento de  la solicitud y deberá ser presentada a las autoridades de migración al salir por uno de los puertos o aeropuertos dominicanos.
Existe la posibilidad de obtener la certificación el mismo día en casos de urgencia. En esos casos el precio de la misma se incrementa a R.D.$2,500.00, y la solicitud debe ser depositada antes del mediodía.
Una última sugerencia: Es reconmendable que se utilicen los servicios de un abogado de confianza para llevar a cabo estos trámites. Esto evitará que algún error pueda causarle dilación a la hora de viajar. También recomiendo que acompañen los documentos aquí especificados con una carta motivada (y que detalle los documentos anexos que usted está depositando) dirigida a la D.G.M. y que saquen una copia de dicha carta, haciéndola sellar como recibida al momento de ser depositada.

14 de marzo de 2011

Me gusta tu piel.


De Ismael De La Cruz.

Me gusta tu piel... esa mezcla evidente de tus antepasados, reflejada en cada centímetro de tu epidermis.
Ese tono luminoso y opaco a la vez, resulta fascinante para mis ojos ávidos de contemplaciones bellas, hermosas, sutiles y tiernas.
Tu piel despierta en mí ser, ese afán de conocer, de adentrarme y recorrer el laberinto de tus poros, cuán si fueran fuentes inagotables de conocimiento.
Conocer sin intentar poseer, sin intentar comprender... es como iniciar sin saber el final, sin permitir que te llegue a preocupar.
Disfrutar armoniosamente, sin el más leve acceso del temor a fracasar... avanzar e improvisar, improvisar y soñar. Soñar que mi único objetivo en la vida es el de saborear sin cesar aquello que me gusta tanto. Me gusta tu piel.
Tomado de mi libro: El amor del desamor.

11 de marzo de 2011

Genios dominicanos.

Los poderosos manipuladores   de la sociedad mundial han hecho creer, por muchos años, que existen personas con genialidades exageradamente diferentes del resto de los terrícolas. Nada más alejado de la verdad. Todos, sin excepción, poseemos habilidades y talentos especiales que otras personas pueden o no también poseer. Esa es la única verdad.
La mayoría de los genios que conocemos a través de los libros de ciencia y documentales de Nacional Geographic, Discovery Channel y otras fuentes, son meramente personas dedicadas, persistentes y esforzadas, que han invertido su talento en la búsqueda de una verdad en la cual ellos creen firmemente. Pero son personas normales, como tú y yo.
Es cierto, algunas de esas personas son buenas para las matemáticas, física, medicina, etc. También es cierto que las grandes corporaciones para las cuales trabajan y los gobiernos poderosos que costean sus investigaciones, cubren todas sus necesidades económicas y de cualquier otra índole. Ellos solamente se dedican a investigar y experimentar. 
Igual, nunca sabremos cuantos de nosotros poseemos ese mismo don a menos que lo pongamos en práctica. Es que las genialidades hay que cultivarlas, cuidarlas y ejercerlas. De lo contrario, para poca cosa sirven.
Los dominicanos, y muchos de nuestros hermanos latinos, poseemos dones extraordinarios que nos han permitido sobrevivir estoicamente aun en tiempos adversos. Con gobiernos ineptos e ineficientes, con escasas posibilidades de desarrollo, con el mundo en contra (muchas veces con los peores enemigos en forma de familiares y amigos cercanos), hemos sobrevivido y hemos avanzado. ¡Sí que hemos avanzado!.
Yo te voy a describir lo que es un genio de verdad. Un individuo que se levanta con ciento cincuenta pesos en los bolsillos, le deja ciento veinte a la mujer para que prepare desayuno a los niños, compre detergente para limpiar la casa y lavar la ropa, abonar algo a la deuda del colmado y cocinar para ella y los niños, además de guardarle comida al marido. ¡Esa mujer es una genio!
Sigamos con el marido. Este sale del callejón donde viven alquilados, son las cinco de la mañana y tiene que hacerlo sigilosamente para no despertar a los vecinos del callejón. La hija de Toñita, que es trabajadora social nocturna, el hijo del carpintero, que se dedica al comercio de estupefacientes (pero no en una farmacia), y Antonia la doña que vive al frente que es enfermera. Todos duermen y nuestro héroe anónimo tiene que respetar sus dulces sueños, so pena de buscarse un tremendo lío si despierta a uno de los dos primeros que siempre están listos para armar una trifulca.
Nuestro hombre llega al patio contiguo, donde guarda su vehículo por ser un poco más amplio que su callejón. Con el mismo sigilo destapa su medio de transporte. Un triciclo que le donó Corporán de los Santos una vez que fue al programa y le contó las peripecias que hace para subsistir  cada día. Le da gracias a Dios que las gomas están pegadas al triciclo y ningún ladronzuelo drogadicto del sector se las ha robado para venderlas, en busca de "su cura". Son las cinco de la mañana. La mayoría de los dominicanos todavía duerme, pero para Pablo Pueblo (para emular al personaje de la canción de Rubén Blades del mismo nombre), hace rato que el día comenzó.
Pedaleando llega al mercado, en el camino ha meditado sobre la forma de convencer a Triburcio, el mercader que le suple las mercancías que luego venderá en la calle, para que le dé crédito de nuevo. Él tenía el dinero de la mercancía más tuvo que gastarlo en medicinas para el chiquito de la casa que vive lleno de parásitos. Tiene suerte, Triburcio se sacó un palé anoche y no pone objeciones para darle fiao, así que sale con su triciclo lleno de plátanos, yuca y batata… Dispuesto a conquistar el mundo.
El hombre sale tan feliz, de no haber tenido que utilizar ninguno de los métodos científicos de convencimiento que había meditado, que hasta sale cantando "¿Por qué Dios no me hizo rico en vez de buenmozo?...". Son las seis y media, calcula que en media hora estará en la zona donde tiene sus clientes habituales, tiene tiempo. Total, las doñitas que le compran salen de sus casas a las siete y media, después de enviar a sus hijos a la escuela. Se para donde Ramona, la que vende café en la esquina, compra un pedazo de arepa y se toma un jarrito de té caliente. Vuelve a dar gracias a Dios y sonríe mientras piensa que "barriga llena, corazón contento".
Después de recorrer media capital pedaleando, soportar el inclemente sol, un aguacero tropical pasajero que lo empapa de agua, el sol que vuelve a atacar sin piedad pero que él se alegra de que le secara su ropa encima, discutir con los tígueres que quieren presionarlo a que le dé plátanos gratis, molestarse con las doñitas que no pagaron lo que él dio a crédito la semana pasada, volverse a reír solo (porque a él nadie lo va a volver loco), esquivar carros públicos y guaguas voladoras con más destreza que Nicky Lauda o Alan Prost y habiendo solamente ingerido dos guineos y un mabí al mediodía (porque no puede darse el lujo de gastar su dinero en comida de la calle), Pablo Pueblo regresa a su hogar.
Llega muerto de la risa, ya su mujer sabe que le fue bien ese día, carga al chiquito de la casa, le cuenta a su mujer las cosas de la faena diaria mientras ingiere la comida que ya le calentaron. Sale al patio, baja del techo de la casa los dos galones de agua que su mujer le guardó para que se bañe. Da gracias a Dios por enésima vez de que el agua esté tibia y, con un pedazo de jabón de cuaba y los dos galones de agua, se baña en el patio trasero de la humilde vivienda. Cuando termina, se seca y se pone sus pantalones cortos, quiere ver la noticia pero se va la luz, así que prende el radio de pilas y escucha música vieja para no darle mucha mente a la vida. Son las nueve y media de la noche, dentro de más o menos una hora Pablo pueblo se va a acostar, pidiéndole a Dios que el hijo del carpintero y la hija de Toñita lleguen después de las cuatro, para que no lo despierten con el ruido que siempre hacen al llegar. ¡Ese tipo es un genio!
Quien piense que Einstein, Newton, Alba Edison o cualquiera de los famosos genios de la historia hubiera descubierto aunque sea la fórmula del agua tibia, con ese tipo de vida, está muy equivocado.
Un científico famoso cualquiera, tiene que enfrentarse una semana a semejante estilo de ¿vida? Se lo aseguro, a los tres días se vuelve loco. Eso no sucede con nuestros genios. Un día, no pierdo las esperanzas, los hijos de todos los Pablos Pueblos de Latinoamérica tendrán las mismas oportunidades de las naciones poderosas para prepararse y educarse. Entonces veremos cuales son los genios de verdad. Que ningún europeo, norteamericano, asiático o australiano tiene el ahínco, la resistencia, la astucia y la capacidad de sobrevivir que tiene nuestra gente. Por eso admiro tanto a los genios dominicanos.