¿Cuántas veces has escuchado narrar las siguientes situaciones?: Un individuo que sale a la calle, aborda su automóvil y justo al encenderlo se da cuenta de que no recuerda haber cerrado con llave la puerta de su hogar. Otro sujeto que no recuerda si almorzó al mediodía o que tipo de comida ingirió. Algunos llegan al extremo de olvidar a su propio niño encerrado en el auto, recordándolo más tarde o aun teniendo que ser avisados de su olvido por otra persona. Estos casos son mucho más frecuentes de lo que cualquiera puede imaginar.
Por extraño que parezca, muchas de las personas que viven sucesos como los antes descritos poseen buena memoria, recuerdan cumpleaños, su aniversario de boda, el traje que usaron en su primera comunión y hasta la camisa que llevaban puesta el día que conocieron a su pareja. Entonces ¿Qué sucede?, ¿A qué se debe que una persona normal pueda olvidar a menudo detalles tan importantes?
La respuesta es simple.¡Falta de concentración! Esas personas actúan mecánicamente, ejecutando sus labores cotidianas por automatización, por costumbre, sin estar concientes de sus actos. ¡Pasan el día entero durmiendo con los ojos abiertos! Cumplen su horario de trabajo, practican deportes, comparten con amigos, pero a menudo olvidan varias de las cosas que han hecho durante el día.
Si una persona sufre de falta de concentración, necesita poner orden en su mente. Si no ha sufrido algún accidente o tiene vicios de consumir alucinógenos o alcohol, no tiene por qué olvidar o desconcentrarse en sus labores cotidianas. Cada cual es dueño de su mente, cuidador de su cerebro y tiene la responsabilidad de mantener todo su ser funcionando adecuadamente. Escudarse en el estrés o responsabilizar a factores externos de lo que ocurre en su interior es una muestra de irresponsable cobardía. ¡Negación de la realidad!
Tener una buena concentración es algo inherente al ser humano. Aunque algunos pretendan hacernos creer que no es así, aunque otros entiendan que es normal para ellos andar despistados. Usted no tiene por qué aceptar esa mentira. Ese es el primer paso para remediar esas situaciones. No aceptes que te digan disparates semejantes. Somos seres increíbles, dotados de cualidades excepcionales y vivir desconcentrados no es una de esas cualidades. ¡Entiéndelo y vívelo!
Este es un tema extenso y seguiremos explorándolo en el futuro, si Dios lo permite. Mientras tanto voy a compartir con ustedes algunos ejercicios prácticos que ayudarán a poner en orden algunas mentes distraídas.
La lectura: No me refiero solamente a los libros de textos que nos asignan en los centros de estudios, tampoco a los abultados informes del trabajo. Se trata de leer temas que verdaderamente nos interesen de manera personal. Deportes, cocina, tecnología, historietas cómicas, cualquier tema que te guste y llame tu atención, al dedicarte a la lectura, te ayudará a incrementar tu concentración.
Uno más. Cuando estés listo para acostarte, justo en el momento en que nada queda por hacer, haz el siguiente ejercicio mental: Repasa todos y cada uno de los pasos y acciones que realizaste durante el día, hazlo en sentido inverso, o sea, retrocede desde lo último que hiciste hasta lo primero que pensaste al despertar. ¡Te sorprenderás! Al principio te darás cuenta que no recuerdas una gran cantidad de las cosas que hiciste durante el día. Haciendo este ejercicio todas las noches, en poco tiempo notarás que recuerdas con mayor facilidad. Llegará el momento en que podrás recordar hasta el más pequeño pensamiento que atravesó tu mente desde el instante en que te despertaste.
Otro ejercicio, muy bueno, puedes hacerlo a cualquier hora del día. Preferiblemente al atardecer o a media mañana. Para ello necesitarás un cuaderno o libreta de apuntes. Hazlo en un momento de tranquilidad y cuando no tengas asuntos urgentes esperando por ti. Tomas un lapicero, abres el cuaderno y comienzas a escribir todo lo que llegue a tu mente. Debes escribir lo mas rápido que puedas y sin proponerte escribir sobre un tema específico. Es recomendable que llenes toda la página de tu escritura. Al final lee todo lo que has escrito. Ya tienes una idea clara del estado en que se encuentra tu mente. ¡Perfecto! Lo próximo que harás es firmar tu escrito y ponerle fecha y hora. Haz el mismo ejercicio durante quince días corridos, al término de este plazo, habrás de sentarte tranquilo a revisar tus escritos de la quincena pasada. Descubrirás detalles asombrosos sobre tu personalidad, aprenderás a conocerte mejor y mejorarás potencialmente tu poder de concentración. Puedes interrumpir el ejercicio unos días, no más de una semana, y luego volver a hacerlo. Tus ideas fluirán de forma más clara y definidas y en un par de meses te sabrás mejor sicoanalista que el mismo Sigmund Freud.
Un último consejo, por ahora, algo sencillo. ¡Rompe la rutina! Atrévete a hacer las cosas de un modo diferente a como siempre lo haces; toma un camino diferente al trabajo, escucha música en otro idioma o en un género al cual no estás acostumbrado, investiga sobre temas de los cuales tienes poco o ningún conocimiento, frecuenta otras provincias, otros parques, otros lugares. Hacer nuevos amigos, visita esos museos que abandonaste desde los paseos de la escuela, el jardín botánico, el zoológico, playas, en fin… ¡Deja a un lado la rutina! Tendrás mayor agilidad mental, vivirás más contento contigo mismo y gozarás de mejor salud. Sobre todo aumentarás sobremanera tu poder de concentración.
Pon en práctica estos ejercicios, te aseguro que te servirán de mucho. Nunca olvides lo más importante de todo. Eres un ser dotado de gran talento e inteligencia, si alguien te dice lo contrario ¡No le creas!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si posees inteligencia...¡dime lo que piensas!