13 de junio de 2024

Alumnos con altas capacidades intelectuales.



Hace algunas décadas inició un movimiento cinematográfico orientado a llamar la atención sobre el fenómeno extrañamente incomprendido de la incómoda realidad que a menudo les toca vivir a las personas cuyas capacidades intelectuales sobresalen por encima del promedio de las demás personas. Las películas de esa índole tenían nombres con el adjetivo calificativo de “Nerd”, que en inglés se utiliza para denominar a esos individuos que por lo general aman estudiar y se destacan por encima de sus compañeros en asuntos académicos. Claro, en las películas de esa clase, como la famosa “Venganza de los nerds”, le imprimen ciencia ficción y venden la idea de que son tipos retraídos, ausentes y aburridos; que usan gruesos anteojos para leer, son poco atléticos, etc., pero esa no es la realidad, pues más allá de sus profundos intereses académicos, son personas iguales que las demás.

El asunto es que hoy en día existe una tendencia manifiesta a darle poca o ninguna comprensión a los estudiantes con altas capacidades intelectuales (Alcain), al menos es así en la mayoría de los países latinoamericanos. Me refiero a que esos estudiantes requieren ser educados de manera diferente… mientras a un estudiante típico puede resultarle monótono y aburrido tener que indagar y leer un par de páginas sobre la historia de Rómulo y Remo, y la fundación de Roma, los estudiantes con Alcain suelen no estar satisfechos con leer uno o dos capítulos sobre el tema y lo más probable es que indaguen en varias fuentes o, si les interesa demasiado el tema, lleguen a comprar uno o dos libros con los cuales satisfacer la búsqueda de información. Otro ejemplo: mientras el estudiante típico se limita a cumplir con las asignaciones que dejó el profesor, un estudiante con Alcain no pone límites al conocimiento y quiere saber exactamente cuándo inició y hasta dónde ha llegado el fenómeno estudiado. Probablemente el chico escriba el cuestionario que el profesor va dictando o que ya escribió en la pizarra, y acto seguido proceda a contestar esas 10 o 20 preguntas, porque eso para él es sencillo, mientras sus compañeros tendrán tarea para la casa y algunos llegarán con la excusa de que el perro mordió el libro o algo así.

Estos estudiantes, sobre todo cuando son niños, necesitan un apoyo educativo específico, porque a menudo ni siquiera ellos mismos entienden el porqué son diferentes; hay que asignarles tareas de acuerdo a la capacidad intelectual que exhiben; tratar de satisfacer sus curiosidades e inquietudes, motivarlos a compartir sus conocimientos con la clase y dejarles saber que esa es una labor apreciada e importante; propiciar el aprendizaje colaborativo, es decir, que forme hábitos de trabajar en grupo con sus compañeros; orientar a sus padres y tutores para que entiendan a plenitud la condición atípica del niño o niña con Alcain que tienen en casa y así puedan contribuir a sacar mayor provecho de tales capacidades.

La ironía es que antes de que se pusieran de moda las películas arriba mencionadas, ese tipo de estudiantes estaban por lo regular entre el grupo más popular de su curso, todos los admiraban, los cuidaban y querían ser sus amigos, en parte porque siempre tenían a tiempo y actualizadas todas sus tareas. Entonces las palabras “filósofo” o “todólogo” como sus amigos les llamaban, eran términos que denotaban admiración por una persona que se esmeraba en su propia educación y siempre estaba dispuesto a contribuir con el aprendizaje de los demás. Pienso que es hora de volver a nuestras raíces y poner las cosas en orden. Que nuestros estudiantes sepan que nuestras sociedades necesitan que ellos desarrollen sus altas capacidades intelectuales y que serán reconocidos por ese gesto de superación… ¡Así mejoraremos nuestra educación!

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