24 de junio de 2011

Amar y querer.

Es tanto lo que se ha escrito sobre el tema que pudiera tenerse la impresión de que todo está dicho, de que todo está claro. Sin embargo los intentos realizados por poetas, escritores, enamorados y todo tipo de personas por definir el amor y luego encontrar una diferencia definitiva entre el amar y el querer, por lo regular termina en un indescifrable laberinto.
Los académicos ponen a nuestra disposición las palabras, que según ellos, definen estos sentimientos. Ese es su trabajo y tienen la autoridad para llevarlo a cabo. Mas, si leemos lo que ellos dicen nos damos cuenta que las palabras no alcanzan a describir con precisión el cúmulo de sensaciones que invaden nuestro ser cuando sentimos amor por alguien.
Poetas y compositores se han puesto de acuerdo en señalar que querer no es lo mismo que amar. El amor es intenso y duradero, el cariño puede ser superficial y pasajero. Se siente cariño por cualquier cosa sin llegar a amarla, pero cuando se siente amor por alguien… se encierra dentro de ese amor todos los tipos de sentimientos conocidos por el hombre. El amor es intensamente profundo, el cariño suele ser frágil y puede llegar a perderse y olvidarse.
No. No he pretendido describir con palabras el verdadero significado del amor, no soy tan ingenuo. Solamente pretendo expresar lo que verdaderamente siento. El amor es lo mejor de toda la creación y es lo único que vale la pena cultivar incesantemente, en todas las temporadas y bajo todas las circunstancias.
¡Amémonos hoy!

21 de junio de 2011

Discernimiento espiritual.



La energía interior del ser humano no depende del alimento que se prepara en la cocina. Estamos conectados directamente al Creador y la intensidad de nuestra potencia espiritual depende del tipo de conección que tengamos con nuestro padre celestial. Toda la información de la creación es puesta a nuestra disposición a través del espíritu. Podemos transformar el conocimiento espiritual de manera que sea posible utilizarlo en el plano material de forma permanente. Para que esto ocurra es necesario que el ser interior conserve su libertad natural y que los densos nubarrones que conforman la vida material no opaquen el brillo de nuestro sol interior.
Todo lo que llega a nuestros sentidos es inmediatamente catalogado por nuestro espíritu. Cuando el ser humano permanece en atención inmediata, utiliza efectivamente el discernimiento espiritual del cual está provisto inherentemente. La prioridad del ser es una sola… crecer espiritualmente cada día. Eso se obtiene mediante una buena relación con Dios.

Discernir correctamente.



El ser humano posee la capacidad de discernir. Esto significa que el hombre puede distinguir entre objetos diferentes, estableciendo las diferencias que le permitan determinar el grado de provecho o utilidad de los mismos.Esto es sumamente importante.
El buen uso de nuestra capacidad de discernimiento contribuye a eficientizar el diario vivir de los seres humanos. No es lo mismo invertir en adquirir una casa por el simple hecho de que nos gusta su apariencia exterior que indagar las condiciones del entorno en que se encuentra ubicada dicha vivienda. Detalles simples como la calidad de su construcción, el tipo de vecinos que conforman el sector, el suelo sobre el cual se ha edificado,la proximidad de las utilidades básicas del plano social (entretenimiento, alimentos, salud, vías de comunicación, etc) siempre de acuerdo a nuestras prioridades e intereses, la distribución interior de sus habitaciones e incluso las condiciones atmosféricas que imperan en el sector, todos esos detalles aportan la información necesaria para que el adquiriente del inmueble tome una decisión acertada y dirigida a su propio beneficio.
De esto deducimos que el discernimiento está intimamente ligado a la cantidad y calidad de información que poseemos sobre el objeto que ocupa nuestra mente en un momento determinado. Cuando se toma una decisión teniendo poca información no puede ejercerse un profundo discernimiento y por lo tanto no estamos aprovechando al máximo nuestro privilegio y capacidad. Es indispensable aprender a discernir correctamente y aplicarlo a todos los puntos del diario vivir. La calidad de nuestras vidas depende de ello.

20 de junio de 2011

Emitiendo Juicios.



En el plano legal existen variadas maneras de juzgar a hechos o personas. Algunos países poseen el sistema de jurados para llevar a cabo los juicios. Otros lugares conceden a un juez la potestad de escuchar y analizar las pruebas ante él presentadas, deliberar en torno a ellas y luego emitir un veredicto. Son las características esenciales de un juicio legal.
En la vida cotidiana también se producen juicios cada día.El ser humano obtiene información del mundo exterior, las compara, consciente o inconscientemente, y luego se formula un juicio de lo que ha visto y oído. En otras palabras, cada vez que formamos una opinión en nuestra mente estamos juzgando a los hechos o personas sobre las cuales trata la información.
El plano filosófico tiene su propia versión de los juicios. Los filósofos comparan ideas a través del entendimiento con el fin de obtener un conocimiento más profundo y certero acerca de dichas ideas. Otro objetivo de la filosofía es el determinar el alcance, influencia  o efecto de dichas ideas en cuanto a la humanidad se refiere.
El cristianismo, como doctrina de vida, nos ha enseñado que las acciones de nuestras vidas serán juzgadas por el creador una vez nuestro espíritu sea separado de nuestro cuerpo físico. Este es conocido como el juicio final.
Algunas religiones se apoyan en la doctrina cristiana para inculcar entre sus adeptos y seguidores la idea de llevar una vida merecedora de la aprobación del creador cuando sean juzgados por él.
Otras religiones también tienen ideas similares, aunque con algunas variaciones,a las que tienen las religiones de orientación cristianas.
Los juicios que formamos en nuestra mente condicionan  nuestra percepción acerca de un objeto o persona determinada e incluso acerca de acontecimientos futuros. Con frecuencia encontramos que los juicios que nos habíamos formulado sobre un suceso o persona particular estaban errados, muy alejados de la realidad y nos vemos compelidos a cambiarlos. Ante esta afirmación debemos concluir que la prisa al formular nuestros juicios o el mismo hecho de insistir en juzgar todo lo que llega a nosotros a través de nuestros sentidos puede llegar en ocasiones a perjudicar a otros o a nosotros mismos.
A veces podemos evitar o remediar ese perjuicio, otras veces nos damos cuenta demasiado tarde de las consecuencias de nuestros juicios.
El grado último de nuestros juicios es la palabra. La fuerza de la palabra a la hora de emitir un juicio, sea oral o escrito, no puede ser calculada por el ser humano. Esta es una verdad irrefutable. Los juicios que emitimos son a la vez enjuiciados por otras personas. Estas personas formularán sus propios juicios en base a sus propias experiencias, sus propios conocimientos o aún por la influencia de otros.
Cada vez que emitimos un juicio nos exponemos a que otras personas emitan sus propios juicios sobre nosotros, estos juicios pueden gustarnos o no, pueden ser correctos o estar errados. Eso no lo sabremos hasta que  los conozcamos, hasta que los escuchemos. La mayoría de los juicios que nuestros propios juicios provocan en otras personas nunca los sabremos.
Si no deseas ser juzgado por los demás, no juzgues. Si vives emitiendo juicios acerca de otros serás enjuiciado permanentemente por otros. Es la ley del mundo. Es la ley de la vida. Con la vara que midas serás medido.

9 de junio de 2011

Dos veces dominicano.

El patronímico “dominico”, de donde proviene la palabra “dominicano”, se utiliza para denominar a los miembros de la Orden de los dominicos. Esa orden fue fundada dentro del marco de la iglesia católica por Santo Domingo de Guzmán (1170-1221) en Toulouse, Francia, en el año 1215. Al año siguiente  fue confirmada por el papa Honorio III, esto ocurrió el 22 de diciembre de 1216.
Su nombre fue tomado del nombre de su fundador (Domingo es igual a Dominicus en latín). El lema de la Orden de los dominicos es “Alabar, bendecir y predicar”. Desde su fundación ha trabajado en la propagación del evangelio en todo el globo terráqueo, destacándose su contribución evangelizadora en América, Asia y África, entre los siglos XV y XIX.
La formación católica de los trinitarios, fundadores de la República Dominicana, encabezados por Juan Pablo Duarte (1813-1876), los motivó a tomar el nombre de “República Dominicana” para nuestra nación, lo cual nos hace, a los nacidos en nuestra tierra, dominicanos y dominicanas. República Dominicana fue fundada el 27 de Febrero de 1844.
En nuestra tierra es común utilizar adjetivos gentilicios para nombrar con estos a los nativos de cada región: Puertoplateño, montecristeño, barahonero, etc. A menudo sustituyen a los nombres propios de personas nacidas en Puerto Plata, Montecristi y Barahona, por citar algunos ejemplos. En Dominicana nadie está exento de este tipo de tratamiento y la mayoría de los dominicanos ostenta orgullosamente el adjetivo gentilicio correspondiente a su ciudad, provincia, distrito o municipio natal.
Existen alcunas provincias cuyos naturales son denominados con más de un adjetivo gentilicio. Tales son los casos de los oriundos de San Cristóbal y Santiago, a los primeros se les llama sancristoberos y sancristobalenses indistintamente. A los segundos se les conoce como santiagueros o santiagueses (santiagués o santiaguesa).
En otros casos, se denomina a los nativos de una provincia con el adjetivo gentilicio  correspondiente a la capital de dicha provincia y muy difícilmente se escuche que se les denomina con el derivado del nombre de la provincia en sí. Por ej.Banilejo al natural de la provincia Peravia, cuya capital es Baní; Higüeyano al natural de La Altagracia, cuya capital es Higüey; Bonaeros o bonaenses a los naturales de Monseñor Nouel, cuya capital es Bonao (el término correcto es bonaense, pero bonaero es usado con mucha frecuencia); Mocano al natural de la provincia Espaillat, cuya capital es Moca.
Algunos pueblos dominicanos obvian la primera parte de los nombres de sus regiones a la hora de nombrar sus respectivos adjetivos gentilicios. Por ej. Los de San Francisco de Macorís son francomacorisanos, los de San Pedro de Macorís son petromacorisanos, los de Valverde Mao son maeños, los de La Vega son veganos y los de La Romana son romanenses. Otros obvian la última parte de los nombres de sus regiones, ej. Los de San Juan de la Maguana son sanjuaneros, mientras que los de la ciudad llamada Azua de Compostela son azuanos.

Quizás el caso más curioso sea el de los naturales de la capital dominicana, ciudad primada de América. Es muy probable que si se les pregunta a mis conciudadanos por el adjetivo gentilicio que nos corresponde, se limiten a decir que somos capitaleños. La verdad es que siendo el nombre de nuestra capital Santo Domingo o Santo Domingo de Guzmán, nos corresponde ser dominicanos. Esto quiere decir que los oriundos de Santo Domingo ya eran dominicanos antes de fundada nuestra nación (Santo Domingo fue fundada el 5 de agosto de 1496   ). Entonces, siendo dominicanos por ser originales de Santo Domingo y dominicanos por haber nacido en República Dominicana, los capitaleños somos dos veces dominicanos. Un privilegio que particularmente me llena de orgullo.

6 de junio de 2011

¿Es el conocimiento repetitivo?



Es un asunto de equilibrio. El conocimiento simple puede  ser repetitivo. Por ej. Una señora tiene, gracias a la experiencia, el conocimiento de cocinar arroz blanco, ¿para qué habría ella de enfrascarse en la titánica tarea de encontrar cada día una fórmula nueva si lo que ella hace diariamente le brinda excelentes resultados? No tendría sentido.
Ahora bien, el conocimiento avanzado es progresivo. Por ej. Científicos de naciones desarrolladas han demostrado que el reciclaje de metales para ser utilizado en la elaboración de nuevas herramientas y tecnología, resulta, por mucho, menos costoso que la extracción de estos metales a través de la explotación de minas. Esto además de reducir el daño ambiental e interrumpir significativamente la depredación de los recursos naturales del planeta Tierra.
¿Podría haberse llegado a esas nuevas y progresivas conclusiones sin tener acceso al conocimiento previo en la materia? De ninguna  manera.
Conclusión: El conocimiento simple es repetitivo, y no hace daño que sea así. El conocimiento avanzado es progresista, es como una infraestructura que se construye cada día y crece gracias a lo construído previamente.
Lo ideal es encontrar el balance, el equilibrio que permita elevar el nivel espiritual sin tener que prescindir del conocimiento material.