3 de octubre de 2010

DOMINICANOS, EL PUEBLO DE DIOS.


Los 166 años de existencia de nuestra amada nación hacen que inevitablemente me transporte a las páginas gloriosas de nuestra historia. En ellas contemplamos las heroicas hazañas de aquellos valientes dominicanos que pusieron en juego sus vidas por brindarnos la libertad que hoy ostentamos. A cada repaso mental de esos memorables hechos, me doy   cuenta de que el amor protector de nuestro señor siempre ha estado de nuestro lado y entiendo que todos los dominicanos debemos sentirnos agradecidos de tantas bendiciones que Dios nos ha dado. Desde aquel 16 de julio de 1838, en que se reunieron  9 jóvenes, convocados y liderados por Juan pablo Duarte, para formar secretamente la sociedad patriótica “La Trinitaria”, desde ese mismo día quedó claro en la mente de cada uno de aquellos elegidos que la base de nuestra nación dominicana sería cimentada sobre los más profundos fundamentos de la fe cristiana. Basta con leer las palabras iniciales de aquel juramento trinitario para entenderlo “en el nombre de la santísima, augustísima e indivisible trinidad de Dios omnipotente…” con estas palabras iniciaban aquellos jóvenes el proyecto anhelado por nuestros antepasados desde hacía 22 años. Firmaron con sangre aquel juramento y salieron a predicar palabras de libertad y  esperanza para un pueblo que nunca perdió el rumbo de su fe cristiana. De hecho, eran precisamente los actos religiosos los únicos acontecimientos sociales que conservaba nuestra gente luego de la nefasta dominación. Aquel día se celebraba el día de la virgen del carmen y por lo mismo había un movimiento inusual en la calle donde se encontraba la iglesia que llevaba ese nombre, lo cual fue aprovechado por nuestros jóvenes para reunirse en casa de Juan Isidro Pérez localizada justo al frente de aquella iglesia.  Los trinitarios eligieron una bandera de cuadros azules y rojos que llevaría en el centro una cruz blanca como un símbolo de paz que emulaba la cruz en que murió el salvador del mundo. Las palabras del patricio quedaron en la historia “la cruz blanca dirá al mundo que la República Dominicana  ingresa a la vida de la libertad bajo el amparo de la civilización y el cristianismo”.  Eligieron la cruz de Cristo como símbolo de la redención y no del padecimiento, como representación del amor a la libertad que nos concedió el cordero de Dios al pagar con su vida por nuestros pecados. Todo tenía que salir bien porque los trinitarios confiaban en Dios, en él depositaban su esperanza y luchaban por el restablecimiento pleno de la tradición cristiana que había caracterizado a los habitantes de Quisqueya. El mismo nombre de República Dominicana  tiene su relación directa con Dios pues fue tomado del nombre de la primera orden religiosa evangelizadora que se estableció en nuestra isla en 1510, la orden de los Dominicos. La palabra Dominico es interpretada  como “del señor” o “hijo del señor” ya que es un derivado de la palabra “Dominus” que en latín significa señor. Por eso cuando los dominicanos pronunciamos nuestro gentilicio no solamente decimos Dominicano soy sino que decimos somos hijos del señor.  Sigo y seguiré dando gracias a Dios, pues nuestra constitución expresa que nuestro escudo de armas lleva en el centro la Biblia abierta en los evangelios (y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres).  Y también dice que nuestro escudo será coronado por un listón azul que lleva las palabras Dios, Patria  y Libertad. Nuestro nombre, nuestra patria y nuestra esencia está total y plenamente dedicada y entregada al único Rey de Reyes y Señor de Señores y eso nos convierte en una nación diferente y especial con ese toque divino que solamente la providencia del señor nos puede dar. Ni corsarios ingleses ni las fuerzas armadas napoleónicas francesas ni el “army” norteamericano ni el ejército haitiano  pudieron jamás doblegar a una nación bendecida por Dios como lo es la República Dominicana, ni siquiera los colonizadores españoles pudieron sostener la pretendida anexión, porque sencillamente somos el pueblo de Dios y el Señor no comparte su gloria. Dominicanos, dominicanas, deseo recordarles a quien pertenecemos, a quien nos debemos y exhortarles a dar gracias a Dios en cada momento por lo que somos y lo que tenemos y también a honrar el santo nombre de nuestro señor en cada una de nuestras acciones. Somos un pueblo especial, un pueblo bendecido, somos el pueblo del Señor. 

2 comentarios:

  1. Gracias por tan importante información en cuanto a nuestras raíces. Lo compartiré, ya que creo que todo Dominicano debe saber y transmitir lo que nos caracteriza. Dios bendiga vuestro esfuerzo.
    Mis felicitaciones al blog completo.
    Muchas gracias!

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    Respuestas
    1. Dios multiplique al ciento por uno tus hermosos deseos y mantenga bendecida tu existencia eternamente. Estamos a tus órdenes. Gracias a Dios que por su gracia nos permite servir a los demás con nuestro humilde trabajo. A él sea toda la gloria. Su paz sea contigo y los tuyos.

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