29 de septiembre de 2012

¿Buen lenguaje?, ¡Buena comunicación!.

La lingüística es la ciencia que estudia el lenguaje en forma amplia (origen etimológico, evolución, dificultades en la enseñanza y en la comprensión de una lengua, similitudes y diferencias entre lenguas distintas, adaptaciones de términos de una lengua a otra, etc); la gramática es la ciencia que trata sobre el lenguaje en forma estricta (su enseñanza, los elementos que lo componen y la correcta combinación de estos elementos). Claro está, puede darse el caso de que una persona sea lingüista y también se dedique a ser profesor de gramática, esto no sería la regla pero tampoco es la excepción, simplemente puede pasar y de hecho ocurre con cierta frecuencia.

Existe un tercer grupo de individuos cuya profesión u oficio depende directamente de la correcta utilización del lenguaje. Me refiero a los escritores, poetas, compositores, locutores, maestros de ceremonia, entre otros. Las personas pertenecientes a este tercer grupo por lo regular son amantes del lenguaje y hacen de este un arte mediante el cual expresar sus pensamientos y sentimientos. Puede decirse que la gran mayoría de ellos utiliza el lenguaje como forma de manifestar y encontrar placer en todas y cada una de las facetas de sus vidas diarias.

Expresándolo desde otra perspectiva: Los lingüistas estudian el lenguaje y como resultado de ese estudio formulan documentos, libros, tratados y diccionarios que permiten la correcta comprensión e interpretación del lenguaje; los profesores de gramática emplean dichas publicaciones o tratados para enseñar acerca de los elementos que componen el lenguaje, la combinación de estos y la forma correcta de usarlos; los del tercer grupo antes señalados convierten esos escritos, principalmente los diccionarios, en sus amigos inseparables.

Toda persona, sea técnico, profesional, estudiante, de cualquier nivel social, sin distinción alguna, debe tratar de mantenerse al tanto de la evolución de su lengua o idioma. Un diccionario es una herramienta sumamente útil y yo diría que hasta obligada en cada casa u oficina.

Los padres, y no sólo los profesores, tienen el deber de instruir y orientar a los niños acerca del uso del diccionario tan pronto estos comiencen el aprendizaje de la lectura y la escritura. Esto forma parte imprescindible de la buena comunicación y el desenvolvimiento diario en una sociedad cada día más globalizada y competitiva.

El conocimiento de la lengua en forma plena facilita el aprendizaje de otras lenguas, permite comprender con mayor facilidad las distintas ramas del conocimiento en sentido general, y por consiguiente hace que los seres humanos nos entendamos mejor y nos comuniquemos con mayor fluidez. Además, tener una clara comprensión del lenguaje nos concede el privilegio de tener una mayor claridad mental. Todos estos detalles hacen que nuestras vidas sean más placenteras. 

28 de septiembre de 2012

El Reino de Dios.

El Reino de Dios:

Es como fruta madura que, colgada de la rama de un árbol, llama tu atención… si no la pruebas no recibirás su energía ni te deleitará con su sabor.

Porque Jesucristo es el invitado que toca a tu puerta pero solamente entra cuando tú se lo permites. Una vez lo has aceptado dentro de ti experimentarás un mundo de cosas nuevas cada día.

15 de septiembre de 2012

El poder de hacer el bien.

Génesis 4:7. "Si bien hicieres ¿no serás enaltecido?, y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo y tú te enseñorearás de él."

En este pasaje bíblico, tomado del libro de Génesis, existen tres puntos que consideraremos a continuación: el primer punto es acerca de hacer el bien: "Si bien hicieres ¿no serás enaltecido? Y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta… " Vemos claramente que el hecho de hacer el bien nos hace merecedores de ser enaltecidos, es decir premiados, elevados a un nivel superior. Del otro lado,  cuando no lo hacemos, el pecado acude sin demora a nosotros, se pone a la puerta, listo para tentarnos. El asunto aquí es que ni siquiera hace falta que hagamos el mal para que el pecado esté a nuestra puerta, simplemente basta con que no hagamos el bien. Me explico: Algo simple, vemos a una persona de edad avanzada cargando un bulto pesado mientras sube las escaleras del edificio en el cual reside. Hacer el bien es ofrecer nuestra ayuda desinteresada a esta persona mayor y si la persona lo acepta entonces cargamos el bulto hasta su casa. ¡Hemos hecho bien a nuestro semejante! En cambio, si vemos la misma escena y pasamos por el lado de esta persona mayor sin ofrecer nuestra ayuda, sin remordimiento de conciencia, incluso sin llegar a pensar que estamos haciendo algo malo (porque para la mayoría de las personas no es malo el no ofrecer ayuda a quien puede necesitarlo, piensan que es algo así como mantenerse neutral e indiferente.), pero, según el pasaje bíblico que aquí estudiamos, el pecado se siente atraído hacia los que no hacen el bien, aunque tampoco tengan la intención explícita de hacer el mal.

El segundo punto es acerca del pecado que se pone a la puerta. Escudriñar la palabra es adentrarnos en todos y cada uno de los detalles que esta nos ofrece, y en este caso la palabra nos dice que cuando obviamos el hacer el bien el pecado se pone a la puerta. No nos dice que entra a nuestras vidas sino que se pone a la puerta. Hay un detalle, el uso del artículo determinado en singular "la" al referirse a la puerta, nos dice que se trata de una puerta, no de dos, no de varias sino de una puerta que ya conocemos. Cuando usamos un artículo determinado se entiende que nuestro interlocutor sabe a ciencia cierta a cual objeto nos estamos refiriendo. En este caso en particular la palabra nos habla de nuestra puerta espiritual. Así mismo, la misma puerta por donde entran las bendiciones, las buenas noticias, la dicha, la alegría, todo lo que nos llega desde el plano espiritual y que inevitablemente habrá de manifestarse en el plano físico o material. El pecado se pone a nuestro lado cada vez que obviamos hacer el bien, se pone al acecho de nuestros movimientos y atento a todo lo que decimos. No es cuestión de cerrar la puerta o dejarla abierta, porque el pecado seguirá pendiente de usted, es asunto de alejarlo de una vez y por todas, es cuestión de hacer el bien. Esto nos conduce al tercer punto de este estudio.

Se trata de la última parte del versículo bíblico que aquí tratamos: "Con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él." Lo que podemos ver con claridad es que, debido a la proximidad del pecado a nuestra puerta espiritual y como consecuencia de haber obviado hacer el bien cuando tuvimos la oportunidad de hacerlo, el pecado estará deseoso de hacernos partícipes de sus funestas andanzas, de provocarnos al mal, de hacernos pecar. Es por eso que se pone a la puerta, pero es también ese mismo deseo que tiene de contaminar nuestras vidas lo que lo pone a nuestra merced. Cuando el deseo de poseer algo u obtener tal o cual cosa es tan grande que no permite ver más allá del objeto deseado, pueden pasar inadvertidas muchas otras situaciones a nuestro alrededor. En el mismo instante en que aprovechemos nuestra próxima oportunidad de hacer el bien, o mejor aún, cuando podemos dar marcha atrás y hacer el bien que antes no hicimos, desde ese mismo momento somos enaltecidos y por consiguiente alejados del pecado. Porque el pecado no puede habitar donde el bien impera.

Por cierto, las palabras en este versículo las dice el Creador a Caín cuando este empezó a sentir resentimiento hacia su hermano Abel. Al final, aunque el mismo Dios advirtió a Caín acerca de la proximidad del pecado, este terminó asesinando a su propio hermano de padre y madre. Un corazón rodeado de la maldad del pecado no escucha ni al mismo Dios. ¿Lo entendió?.

Conclusión: 1º- Hacer el bien nos enaltece y no hacerlo nos aproxima al pecado; 2º-Cuando no haces el bien el pecado se pone a la puerta de tu espíritu, no a una puerta cualquiera sino a tu puerta; y 3º- No te conformes con cerrar la puerta al pecado ¡Aniquílalo!, una manera eficaz de lograrlo es simplemente haciendo el bien.

¡Haz bien sin mirar a quien!.