¡Yo Soy La Zarza!. Al escuchar esa frase muchos recuerdan el famoso tema musical que en ritmo de salsa interpretaron Richie Ray y Bobby Cruz. Esos dos grandes maestros de la música tropical, de origen puertorriqueño, que decidieron cambiar toda su fama, todo su éxito mundial y el futuro más promisorio que salsero alguno pudiera imaginar, para dedicar todo su talento a Dios. Desde aquella decisión han pasado más de 30 años, ellos continúan dando toda la gloria al Señor. Pero, ¿cuál historia bíblica inspiró esa tremendísima canción? Si no la conoces, para mí será un placer contarla para ti.
Imagínate que un día cualquiera vas caminando por lugares que te son familiares y de repente ves una planta ardiendo en fuego. La planta mide unos 5 metros de altura (16.5 pies), tiene frutos y rosas que adornan su presencia, también tiene espinas. Ahora imagínate que nada de lo que tiene la planta es consumido por el fuego; las hojas, las rosas y los frutos, todo está intacto. Las llamas de fuego siguen ardiendo. De pronto escuchas que una voz sale de en medio del fuego y menciona tu nombre. ¡Eso le pasó a Moisés!
Hasta aquel momento Moisés era un hombre más en la tierra. Vivía lejos de los suyos, en el exilio forzado. Su esposa, una madianita llamada Séfora y su hijo llamado Gersón completaban su familia inmediata, pero sus orígenes, sus raíces venían de la tierra de Egipto. En aquel país, esclavo del faraón, estaba todo el pueblo de Israel. La voz que de la zarza salía dijo a Moisés que tenía que regresar a Egipto a liberar al pueblo de Israel del yugo de la esclavitud. Moisés le contestó a la voz “cuando yo llegue allá y ellos me pregunten quien me envía ¿quién les digo que eres?” La voz le contestó “ ¡Yo soy el que soy!” y añadió que quien le hablaba, Dios de sus antepasados; Abraham, Isaac y Jacob, daría al pueblo de Israel la tierra que fluye leche y miel tal y como había prometido a su siervo Abraham que haría con su descendencia.
Tan poco especial se sentía Moisés que aun cuando el Señor le dio señales milagrosas para que mostrara a sus parientes israelistas, Moisés seguía buscando excusas para no aceptar el privilegio que Dios le concedía de ser el libertador de su pueblo.
Cada uno de nosotros posee un toque especial regalado por Dios, pero muy pocos tienen el valor de aceptarlo y prefieren negarlo, prefieren rechazarlo. Moisés salió huyendo de Egipto pues había dado muerte a un guardia egipcio que abusaba de un israelista. Sintiéndose descubierto y con temor a ser castigado, huyó de Egipto. Cuarenta años más tarde, Dios le da la encomienda de regresar allá y acabar con una esclavitud de 430 años. Moisés no creía tener las cualidades necesarias para cumplir esa misión, “yo soy tartamudo” , fue una de sus excusas. El Señor le dijo que su propio hermano, Aarón, de la tribu de Leví le estaría esperando para ayudarle ya que Aarón era un sacerdote de Dios.
Moisés obedeció y todo ocurrió como Dios le había dicho. El faraón se negó a dejar libre a sus esclavos, Dios hirió al pueblo de Egipto con diez plagas, cada una más mortal que la anterior y al final el faraón no tuvo más remedio que ceder a la petición de Moisés.
Aunque Moisés no lo creyera, en verdad era un ser especial. Su propio nacimiento y crianza habían sido milagros de Dios. El faraón de entonces, testigo del crecimiento de la población israelí y temeroso de que un día estos llegaran a sublevarse y someter a los egipcios, dictó una orden cruel. Todos los varones recién nacidos del pueblo de Israel deberían ser arrojados al río Nilo. Los padres de Moisés lo ocultaron por tres meses, hasta que no podían ocultarlo más. Lo pusieron en una canasta en el río. La princesa, hija del faraón de Egipto, lo encontró y lo tomó como su hijo. Le puso por nombre Moisés que significa “sacado de las aguas”. Moisés creció en el palacio del faraón, recibió educación privilegiada y una formación que pocos hombres de aquel entonces podían obtener. Pero él no era consciente de lo que Dios le regaló a través de su vida.
A la edad de 80 años, Moisés guió a su pueblo fuera de Egipto. Atravesó con ellos el mar Rojo. Los hebreos vieron la grandeza del Señor cuando abrió las aguas del mar para que ellos cruzaran, cerrándolas de nuevo sobre el ejército del faraón de Egipto que los venía persiguiendo. Entonces por primera vez el pueblo de Israel alabó a Dios con júbilo, dándole gracias por su liberación.
Con todo esto, con la presencia de Dios guiando su camino (de día en forma de columna de nube y de noche en forma de columna de fuego,) muchos hebreos dudaban de su propia salvación aunque la estuvieran viviendo cada día. A la primera oportunidad torcían sus caminos, idolatraban falsos dioses y hasta blasfemaban deseando a veces no haber salido nunca de la casa de esclavitud que Egipto significó para ellos.
Moisés, libertador de Israel fue el instrumento usado por Dios para que se hiciera realidad esa liberación.
Si estudias con detenimiento el libro de éxodo en el antiguo testamento, comprobarás que Moisés, aunque era hebreo, no conocía a Dios. Tuvo que aprender a confiar en él a partir del momento en que escuchó hablar a una zarza. Una planta, un simple arbusto a través del cual Dios le habló. Ese tipo de arbusto formaba parte del diario vivir de Moisés. Cada día Dios te habla a través de las cosas simples que te rodean; la televisión, el periódico, Internet, radio, un vecino, tus padres, un amigo. Son muchas las zarzas que Dios ha puesto en tu camino, a lo mejor no te detienes a escuchar el mensaje, diseñado especialmente para ti, que Dios te envía cada día.
Hoy, entre nosotros, viven muchos esclavos: de la ignorancia, de las modas, drogas, idolatrías, juegos de azar, todo tipo de vicios y hasta aquellos cuyo único objetivo es ser abusados por otros y rechazar cualquier gesto de amor que les llega a través de Dios. Hay también entre nosotros muchos Moisés: profesionales educados, artesanos dotados de talento, hombres humildes y otros ricos, algunos que ocupan cargos y puestos de importancia en la sociedad, personas con un corazón noble y desinteresado y hasta aquellos que tienen todo pero que hacen su vida infeliz pues no saben qué hacer con lo que tienen.
¿En cuál lugar estás tú?, ¿eres un esclavo que ignora como librarse de sus cadenas? o ¿eres acaso un libertador que no cree en sí mismo y no cumple su misión de ayudar a otros a liberarse?. Las respuestas a esas preguntas las saben solamente tú y Dios, pero te garantizo serás más feliz en la vida cuando empieces a cumplir tu misión. Ayuda al necesitado; muchos enfermos postrados en un lecho de hospital no tienen los medios, que a ti te sobran, para comprar medicina. Muchos niños en el mundo entero pasan días sin sentarse en una mesa a comer decentemente, andan sin ropa, sin zapatos… sin esperanzas. Lo que es peor, muchos hombres y mujeres con talento son víctimas de su propia ignorancia porque no han encontrado a una persona como tú para aconsejarlos y enseñarlos a leer y a escribir o simplemente instruirlos en eso que tú dominas tan bien. ¿Por qué no inviertes una tarde de tu tiempo cada semana en enseñar a otros lo que Dios te dio por gracia?.
Tú eres un ser especial, no lo dudes. Dios te ha dado muchas cualidades que te hacen único, y si no las compartes ¿de qué te valen?. ¡Atrévete a demostrar tu amor por la vida! sin miedo y con seguridad, hoy mismo, abre tu puerta al amor y ayuda a otros a salir de la esclavitud. Para eso Dios te ha creado y para eso te dio los dones y talentos que te ha regalado. Adelante Moisés, es hora de que guíes al pueblo de Dios a la tierra prometida.
Dios te bendiga.
Wao este escrito esta muy bonito y llega muy profundo, puedo decirte que te dejaste utilizar por Dios, a mi en particular me cayo como anillo al dedo, tengo un tiempo consederable pensando y dando vuelta en mi cabeza, que cosa hacer para dar un poco de mi a otros, dar un poco de mi tiempo ayudando a otros en lo que sea necesario hacerlo y hasta ahora solo lo he pensado una y otra vez, voy a comenzar a buscar definitivamente un lugar o un grupo donde yo pueda poner a la disposion mi tiempo y mi ayuda...
ResponderEliminar¡Magnífico! Tu comentario también me pone a pensar que muchos planes de ayudar a tener un mundo mejor a menudo se quedan en "pensamientos".
ResponderEliminarQue bueno que ya decidiste dar el primer paso. . ¡Adelante! La mies es mucha y pocos los obreros.