La inteligencia divina está en todos lados. Cada vez me resulta más lógico el esfuerzo de las sociedades protectoras de animales por preservar la fauna del globo terráqueo. No me agrada mucho la idea de tener mascotas fuera de su hábitat natural… Pero cierta vez conseguí un par de pericos (que supuestamente hablaban, aunque yo nunca los escuché pronunciar una sola palabra). El caso es que en ese tiempo vivía yo por los predios del parque Mirador del sur y cada mañana religiosamente sacaba la jaula de los pericos al frente de la casa para que tomaran aire fresco y algo de sol (Bueno, está bien, también para que no hicieran tanto ruido y yo pudiera concentrarme mientras escribía en la computadora). Algo que sucedió en esos días me dejó asombrado. Cada día, a la misma hora que yo sacaba la jaula con los pericos, una bandada de esas aves venía a posarse en los pinos que tenía sembrados mi vecino. Llegué a contar más de veinte, y todas empezaban a hacer ruido que mis pericos contestaban. Yo nunca había visto tantas cotorras volando libres por la ciudad de Santo Domingo. Es más, yo nunca había visto una sola de esas aves volando en mi ciudad. Mi vecino dijo haberlas visto con frecuencia en el parque Mirador del Sur.
Por falta de tiempo, tuve que aceptar que no podía atender apropiadamente a mis invitados y los regalé a un amigo. Las otras cotorras jamás volvieron a posarse en los pinos de mi vecino. ¿Coincidencia? ¡No lo creo!.
Pienso en los animales (domésticos y salvajes) que han tenido que variar su forma de vida debido a la acometida que los humanos han hecho contra el medio ambiente y contra ellos, y me pregunto ¿Podrá algún día el ser humano ser capaz de comunicarse con los animales?.
No es cuestión de muñequitos (el caso del Dr. Doolittle), pero es evidente que tienen ciertos códigos y pueden comunicarse entre sí. Creo que el hombre pudiera un día, con la ayuda de la computadora entender la forma de comunicación de los demás seres vivos con quienes compartimos nuestro planeta.
En experimentos de laboratorios elaboran todo un engranaje estratégico para enseñar a un mono a entender palabras del lenguaje humano. ¡Buche pulsa ese botón!, luego de repetirlo cien veces y después de que el mono se cansa de que lo molesten tanto, aprieta el bendito botón y los científicos celebran el que por fin está entendiendo. Le regalan una banana al mono, dizque para que entienda que lo hizo bien y vuelva a repetirlo. ¡Buche, atrapa la pelota! Le dice el científico y Buche se queda igualito, como que la cosa no es con él. ¡Buche, la pelota! Repite con insistencia el hombre de ciencias, y al final el mono hastiado de que le hablen tanto en un lenguaje que no entiende, se para del suelo y… aprieta el botón. Seguro que empieza a desconfiar de los seres humanos por no regalarle la otra banana.
Desde los perros amaestrados; ¡Brinca Bobby!, ¡acuéstate!, ¡mueve la cola, baila! Hasta los leones de circo que a fuerza de latigazos tienen que brincar de un lado para otro, pasando por las salvajes peleas de gallos y de perros, los animales han tenido que soportarnos por mucho tiempo ya.
Si algún día logra el ser humano descifrar los códigos de comunicación de los animales y descubre que la fauna terráquea en general siempre ha entendido que nosotros somos la única especie que no sabe comunicarse con ellos, ese mismo día se fundirán unos cuantos cerebros “súper dotados”.
Recientemente leí un artículo que reseñaba como investigadores de las universidades norteamericanas de Rochester y Emory, dirigidos por el Dr. Baek Kim, habían descubierto que el virus del VIH se adapta y utiliza “macrófagos” (células inmunes) para esconderse y replicarse. Si esos microscópicos seres vivos tienen tal capacidad de organización como para ocultarse, reproducirse y luego atacar cuando lo consideren oportuno, por increíble que parezca, algún tipo de comunicación poseen.
Yo creo que el ego de nosotros, los seres humanos, nos ha llevado a subestimar en gran medida la capacidad comunicativa de los otros seres vivos del planeta Tierra. Quizás, y sólo quizás, las próximas generaciones puedan usar las computadoras para hablar con los animales en la forma que lo hacía el Dr. Doolitle. ¿Quién sabe? A lo mejor alguna paloma se ufana de ser descendiente de la paloma mensajera que Noé utilizó luego del diluvio para enterarse que la tierra estaba ya seca. ¡Relájate…. Es sólo una broma!
Lo que no es broma es que los animales deben estar cansados de que no los entendamos, sino pregúntale a “Tilikum”, ”la ballena orca que enloqueció en el Sea World de Orlando el año pasado y mató a Dawn Branchiau, su entrenadora. No es la primera vez que animales domesticados atacan a sus entrenadores. Obviamente hay una falta de comunicación entre hombres y animales.
¡Profundo! ¿Verdad?
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Si posees inteligencia...¡dime lo que piensas!