2 de febrero de 2011

De Fabio Fiallo a Tulile.


Ambos nacieron en Santo Domingo, con 110 años de diferencia entre uno y otro, y ambos sintieron el mismo anhelo de deleitar al pueblo dominicano con su arte. El primero fue poeta y político. Nació el 3 de febrero de 1866, y además de su poesía, regaló a su patria un corazón aguerrido que no se conformó con esperar el devenir del destino sino que alzó su voz y su escritura para defenderla. Sus ideales lo llevaron a protestar con energía ante la primera intervención norteamericana (1916-1924), por lo cual  fue condenado a 5 años de prisión por las fuerzas interventoras. Su padre, Juan Ramón Fiallo, fue militar y luego diputado en 1867. El mismo Fabio Fiallo fue cónsul dominicano en La Habana, Nueva York y Hamburgo, además de ocupar otros cargos en el gobierno.
José Manuel Rivera, mejor conocido como Tulile, nació el 8 de octubre de 1976, es cantante y saxofonista. Desde temprano mostró interés por la música, su padre José Rivera, músico de profesión, lo introdujo a la práctica del saxofón. Tulile ha sido embajador musical dominicano en varios países del mundo.
Fabio Fiallo trabajó con Arturo Pellerano Alfau, Américo Lugo, Félix Evaristo Mejía y otros hombres de importancia en nuestra historia intelectual. Tulile ha trabajado con Dionis Fernández, Monchy Capricho y Ramón Orlando Valoy, dominicanos exitosos en el plano musical,   pero desde hace 14 años tiene su propia orquesta.
Ambos, Fabio Fiallo y Tulile, nacieron en la misma ciudad, ambos representan una parte importante de la historia cultural de nuestro país, ambos son dominicanos.
Fabio Fiallo y Manny Rivera son sólo dos nombres del amplio tronco artístico que ha sostenido en épocas distintas el gusto cultural del pueblo dominicano. Pudo ser otra pareja de nombres; Franklin Mieses (1907-1976) y Julián ”oro duro”, Gastón Fernando Deligne (1861-1913) y Peña Suazo, Salomé Ureña (1850-1897) y Juliana y un sinnúmero de posibilidades más de como combinar a poetas de ayer con mamberos  de hoy.   Al final todos son dominicanos.
Los tiempos son distintos. Aquellos grandes poetas crecieron en un tiempo en que imperaba el temor a que otras naciones mancillaran la recién nacida soberanía dominicana, ser libres e independientes era la misión y amar la patria y la bandera era la única opción. Los otros viven en un tiempo donde nuestra identidad nacional es cada día más imperceptible, donde la bandera se desvanece entre resorts y Burger King, nuestros mismos gobernantes privatizan las empresas del Estado (enviando el mensaje de que no podemos administrarlas los dominicanos), borran nuestros ingenios azucareros, hipotecan nuestra energía eléctrica, irrespetan nuestra constitución y ni siquiera invierten lo necesario para mejorar nuestra educación.
Las reuniones sociales en el Santo Domingo del siglo XIX giraban o desembocaban en torno al exquisito gusto por la poesía. Hoy nuestros padres de familia, dejan a sus hijos solos en casa para ir a tomar alcohol en el colmadón de la esquina. Hace apenas una década algunos denunciaban el doble sentido creciente en la música popular, hoy la vulgaridad está a la orden del día y hasta la Asociación de cronistas de arte (ACROARTE) se deja tumbar el pulso y ahora nomina y otorga premiaciones a producciones musicales contenedoras de un solo sentido, el de la repugnante vulgaridad. Negarlo no podemos, esta es nuestra sociedad.
Y los poetas dominicanos modernos…  ¿dónde están? Para ellos el tiempo nunca pasó. Siguen reuniéndose en pequeños grupos, como si estuviéramos en el siglo XIX y no se enteran que Santo Domingo hace rato pasó de los cuatro millones de habitantes. Poetas que se conforman con declamar poesía a otros poetas, como si tuvieran miedo o no tuvieran confianza en que verdaderamente pueden ser artistas. Nadie los conoce, solamente los organizadores de concursos poéticos de los cuales resultan ganadores los amigos del gobierno de turno. Son fantasmas con derecho a ganar dinero si sus amigos están en el gobierno. Mejor será que salgan de sus escondites y vayan a declamar poesía a los programas radiales y televisivos de entretenimiento. Mejor será que sean responsables del legado que han heredado y acudan a los liceos y escuelas públicas a mostrar su arte, a los clubes y organizaciones barriales, a los parques y a las plazas comerciales… la patria los necesita. ¿Seguirán fallándole como hasta ahora?
Cuando Álex Bueno grabó aquel poema de Joaquín Balaguer llamado “Lucía”, uno pensaba que sería el inicio de un derroche de hermosas letras para nuestro merengue. Fue todo lo contrario. Bueno sería que el mismo Ministro de cultura se reuniera con los merengueros y mamberos de la actualidad y los incentivara a musicalizar las letras de nuestros grandes poetas. Sueño con que algo así suceda.
Mientras tanto seguiremos cosechando lo que hemos sembrado como sociedad. Porque… nadie ha podido jamás recoger manzanas en una mata de ciruela.
Nota: Fabio Federico Fiallo Cabral murió en La Habana, el 28 de agosto del año 1942. Sus restos fueron trasladados en 1977 a República Dominicana por orden del Presidente Joaquín Balaguer.  

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