17 de enero de 2012

Hombre, conocimiento y sociedad.

En días pasados estuve tratando de explicar a dos jóvenes la importancia que tiene la educación en la formación del individuo y la consiguiente conformación de una sociedad desarrollada. Puesto que mis interlocutores carecían de las herramientas intelectuales necesarias para asimilar teorías sociológicas complicadas, busqué la manera de explicarles el tema de forma simple. Haciendo uso de sus propios oficios, uno es mensajero y el otro es taxista, realicé una metáfora comparativa sobre la importancia de la educación para la superación del individuo. Les dije que la educación formal, entiéndase escuela primaria y secundaria luego un título universitario y posteriormente una maestría es equivalente a la información que obtenemos cuando deseamos llegar a un punto determinado pero ignoramos el camino que debemos tomar para llegar allí. Continué explicándoles que si estamos en un punto A y  queremos llegar a un punto B podemos acudir a un mapa o mejor aún confiar en las explicaciones que otra persona, que ya ha visitado o tiene pleno conocimiento de cómo llegar a, el punto B nos conceda. entonces les dije, el punto A es el hombre al momento de nacer y el punto B es el pleno desarrollo de ese ser humano que ha de pulirse cuan diamante en bruto extraído de una mina y transformado luego en preciosa joya. Los mapas para edificarnos plenamente acerca del conocimiento o camino recorrido por el hombre a través del tiempo son los  libros, sean físicos o virtuales, que tenemos a la disposición sobre cada tema en particular y las personas o guías son los autores de dichos libros o los profesores que encontramos en nuestro camino al conocimiento. Concluí advirtiéndoles que el ignorar los libros y la educación en sentido general es lo mismo que condenarse voluntariamente al estancamiento en el camino que un hombre debe recorrer hacia su pleno desarrollo.

La filosofía, madre de todas las ciencias, ha buscado desde sus inicios facilitar al hombre las herramientas para su propio bienestar y por consiguiente el de la sociedad a la cual pertenece. Lo más lógico es pensar que las  demás ciencias derivadas de la filosofía habrían de tener el mismo fin, aunque a menudo el ego personal o el afán de lucro tergiversen metas e ideales, en el fondo el conocimiento sea técnico,, científico o popular, debe estar dirigido al beneficio directo del hombre y la sociedad, en caso contrario es sólo una pérdida de tiempo o como dijo el sabio Salomón "vanidad de vanidades."  

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