Quiero compartir con los lectores de esta bitácora mis impresiones acerca del Primer Congreso del Cine Dominicano, celebrado del 23 al 24 de marzo del presente año 2017. Fue todo un evento, felicito a la Dirección General de Cine por la iniciativa, así como a todos los que apoyaron la realización del mismo. Un contenido muy interesante, los panelistas y algunos del público asistente compartieron temas de actualidad mezclados con historias y anécdotas edificantes cargadas con todo tipo de sensaciones y sentimientos. Lo más importante es que allí fuimos a hablar de cine. Este evento significó mi primera visita al Centro de Convenciones del Ministerio de Relaciones Exteriores: un lugar cómodo, acogedor, con un aire acondicionado tan eficiente que cualquiera sentía congelarse si permanecía largo rato sentado. Espero de corazón que le den el mantenimiento necesario para que perdure de ese modo a través del tiempo, que bastante dinero nos cuesta a los dominicanos la realización de ese tipo de obras. El personal que laboró en el evento otorgó un derroche de amabilidad y cortesía a los participantes, y hablo desde que iniciaban la confirmación del registro de la asistencia, pasando por los jóvenes que orientaban a los invitados, hasta la señora que laboró en los pasillos del baño, todos excelentes y los felicito por eso. Orgulloso de ustedes mi gente dominicana tan linda y hospitalaria. Me hicieron sentir como un rey. También fue sumamente gratificante compartir con tanta gente inteligente, dedicada e interesada en que hagamos de la industria del cine dominicano una plataforma que ayude a lanzar a nuestra nación hacia la estratósfera del arte del celuloide mundial y que la misma contribuya a que tengamos un mejor país. Que bien se siente ser dominicano compartiendo con compatriotas así. ¡Los amo a todos! Sé que podemos llegar lejos, bien lejos, si seguimos preparándonos y trabajando del modo en que venimos haciéndolo en los últimos años, específicamente desde el año 2003, al que más de uno de los presentes denominó como "el año cero del cine dominicano", en franca alusión al salto cuantitativo que la película "Perico Ripiao", del dominicano Ángel Muñiz, significó para este renacer del séptimo arte quisqueyano que desde entonces hemos experimentado los dominicanos, tanto en nuestra isla como internacionalmente. Si Nueva Zelanda, según me enteré en el congreso, tiene una industria cinematográfica de dos billones de dólares y su isla cuenta con cuatro millones y medio de habitantes, creo que nosotros tenemos una magnífica oportunidad de vernos en ese espejo y aspirar a la excelencia y aportar al crecimiento de la economía de la nación mediante la cinematografía nacional, que el año pasado generó 3897 millones de pesos, , generando empleos, desarrollando la educación, ampliando el turismo, etc. Todo, claro está, sabiendo cuidar la ley del cine (Ley 108-10), vigente desde hace seis años, motivo por el cual se utilizó este primer congreso del cine como una forma de honrar los logros alcanzados por la nación apoyados en la mencionada legislación..
Panelistas nacionales y de varios países del mundo nutrieron a la audiencia acerca de temas tan profundos que incluso los profesionales más entregados a la realización de películas no llegan a manejarlos del todo, porque el ámbito y mercado del cine es inmenso y nosotros todavía estamos en pañales en ese sentido. Algunas empresas extranjeras expusieron sus servicios, poniéndolos a disposición del mercado local, y hablando de normas y procedimientos de distribución, regalías, cooperación internacional, entre muchos otros temas. En lo sucesivo estaré escribiendo sobre cada uno de los paneles y charlas a los que asistí. Unos siete u ocho de un total de doce que allí se presentaron, mi intención era ir a todos, pero la logística del evento estuvo algo accidentada y no fue posible. No se cumplieron los horarios pautados, por ejemplo, el jueves 23 de marzo el evento debió terminarse a las seis y salí de allí pasadas las ocho y media de la noche, es decir, un retraso de dos horas más o menos en la programación general. Sé que algunos dirán: así somos los dominicanos, pero eso no debe seguir de ese modo, pues incluso habían varios invitados y panelistas extranjeros que debieron estar sorprendidos que un panel que debía iniciar a las cinco de la tarde lo estuvieran comenzando a las siete de la noche. ¿Cómo ocurrió eso? Les diré: algunos errores de coordinación, fallas en el equipo de sonido y audiovisuales que retrasaban las presentaciones y participaciones, tardanzas de algunos invitados en subir a tarima, panelistas que tomaban mucho más tiempo del acordado para sus presentaciones, etc. Esos detalles deslucen un poco el evento, sobre todo porque había demasiada información disponible y pasarse todo un día asistiendo a tantos paneles, hace que las ocho de la noche se torne algo pesada después de tan largo día. Las fallas en el sonido son imperdonables, los dominicanos hacemos magia con el sonido y tenemos experiencia de sobra en ese sentido. Estoy seguro que la DGCINE tomará previsiones certeras para la próxima ocasión. Al final, lo verdaderamente trascendental es que el Congreso del Cine Dominicano fue un éxito en cuanto a participación, contenido, profesionalidad de sus panelistas y público asistente, el servicio en general, y la excelente disposición mostrada por la DGCINE y todos los asistentes para que la industria del cine siga avanzando. ¡Felicidades a todos!
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