Escuchar a Felipe Polanco hablar por televisión en tono de seriedad resulta bastante extraño, tiene que ocurrir algo de gran magnitud para que eso suceda. Es que “Boruga”, como se apoda Felipe, hasta para predicar la palabra de Dios lo hace con una gracia espontánea y en medio de risas de júbilo. Pero hoy le tocó dar el último adiós a su amigo y compañero de lágrimas y risas, el incomparable Freddy Beras Goico. Hoy 21 de noviembre del 2010 fue enterrado su cuerpo, hoy hubiera cumplido 70 años de edad y hoy la nación dominicana amaneció vestida de luto por su partida.
Muchos dominicanos hemos llorado el saber que ya no estará con nosotros y aún en medio de la tristeza que produce el saberlo no podemos evitar reír con sus brillantes comedias, las mismas que la televisión nacional ha venido exhibiendo desde que el pasado 18 de este mes fue confirmada su muerte.
En toda mi existencia he sido testigo de cuatro fallecimientos de personalidades dominicanas que han conmocionado toda la nación; el Dr. Joaquín Balaguer, El comediante Luisito Martí, José Francisco Peña Gómez y el Prof. Juan Boch. Pero creo que ninguna ha provocado tantas diversas manifestaciones emocionales en nuestro pueblo como la muerte de Freddy. Los dominicanos le han tributado a Beras Goico el trato de los héroes, el trato de los santos… el trato de los grandes. Cientos de miles de dominicanos de una u otra forma se han envuelto en este acto solemne que irónicamente fluctúa entre la risa y el llanto, entre la calma y el frenesí, entre el desconsuelo y el agradecimiento. Reímos de sus bromas, lloramos su partida… la calmada ciudad de Santo Domingo contempla callada como sus ciudadanos ondean nuestra bandera tricolor al paso del carro fúnebre que lleva al camposanto los restos de Freddy y hasta el cielo parece entristecer mientras deja la lluvia caer. Y estamos agradecidos de que él haya existido, De que nos dejara un gran ejemplo de patriotismo y amor al prójimo para que podamos imitar, de haber sido testigos de que en la República Dominicana quedan hombres de valor, íntegros y responsables… hombres incomparables. Pues ahora que Freddy no estará físicamente entre nosotros nos queda la esperanza de que otros dominicanos imitarán su ejemplo y que las semillas de amor que ese ser increíble ha sembrado en nuestra isla florecerá en cada comunicador de la televisión, en cada comediante y en cada dominicano para que seamos mejores y empecemos a tratarnos como lo que somos… verdaderos hermanos.
Adiós hermano Freddy, nunca te olvidaremos. Gracias hermano Freddy por enseñarnos a todos lo que significa ser un buen dominicano.
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