El amor, el verdadero amor, es una de las pocas experiencias que vive el ser humano en este plano material que pone de manifiesto todo el poder creador que habita en lo espiritual… en el todo… parte inherente de la creación.
El amor es nuevo cada día. No es físico ni material, no es tangible ni algo que se pueda atrapar. El amor verdadero es vida, es energía, es creación. Recordar lo vivido no es amor. El amor no pide permiso, tan solo vive. Es imposible atraparlo ni siquiera con la memoria, porque el amor nace a cada momento.
El verdadero amor se vive, se siente, no se controla ni se entiende. El verdadero amor es una llama que constantemente se enciende.
Porque: " El amor tiene paciencia y es bondadoso. El amor no es celoso. El amor no es ostentoso, ni se hace arrogante. No es indecoroso, ni busca lo suyo propio. No se irrita, ni lleva cuentas del mal. No se goza de la injusticia, sino que se regocija con la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser. Pero las profecías se acabarán, cesarán las lenguas, y se acabará el conocimiento. Porque conocemos sólo en parte y en parte profetizamos; pero cuando venga lo que es perfecto, entonces lo que es en parte será abolido." (1ra Corintios 13:4-10).
El amor es todo.
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