El uso del libre albedrío es como
cuando el Consejo de Educación Superior diseña un plan de estudios (pénsum) con
todos los requisitos (asignaturas), que un estudiante, previamente matriculado
en una escuela de altos estudios (universidad), deberá aprobar o cumplir antes
de obtener un diploma que lo acredite como profesional. Algunas de esas
asignaturas tienen prerrequisitos (asignaturas que deben ser aprobadas
previamente). Por Ej. Si el estudiante no aprueba Filosofía 001 la universidad
no le permitirá inscribir Filosofía 002. Existen otras materias o asignaturas
que no tienen prerrequisito, y pueden ser inscritas en cualquier etapa de la
carrera. Así tenemos que un estudiante de primer semestre puede inscribir una
materia de sexto o séptimo semestre, siempre y cuando esta no lleve un
prerrequisito, y obviar el inscribir los prerrequisitos que deberá cursar de
todos modos tarde o temprano; o, se da el caso que el estudiante suspende los
estudios y no se inscribe por uno, dos o más semestres. Esto al final terminará
alargando el tiempo para que el estudiante obtenga su título profesional,
porque lo ideal es que inscriba todas sus materias en el tiempo y orden correspondiente,
de acuerdo a como aparecen en el pénsum.
Veamos la semejanza de lo aquí
expuesto con lo que ocurre con la permanencia del ser en el plano físico: Existe
un plan del Orden divino que el ser debe agotar o cumplir para elevar su nivel
espiritual y continuar su camino en ascenso a niveles celestiales. A medida que
el ser aprueba (vive, experimenta, recorre, entiende y asimila) el plan del
orden divino, también va elevando su nivel de consciencia espiritual.
Ahora bien, tal y como en el
ejemplo metafóricoel estudiante de la universidad decide qué inscribir, el ser también
puede, en el trayecto de su ascenso espiritual, obviar el gran regalo que significa ese plan
prediseñado, porque el ser tiene un libre albedrío para decidir. Cuando el ser
decide, aquí en este plano físico, obviar los pasos y experiencias que le
corresponde vivir, ya sea por encerrarse en el plano mental (recuerdos,
imaginación repetitiva) o por entregarse a los afanes terrenales (dinero,
vicios, corrupción, placeres), se estanca, no avanza, no eleva su nivel
espiritual.
Si el aliento de vida abandona al
cuerpo físico del ser, sin este haber cumplido con los pasos que le corresponde,
el ser verá dichos pasos en una encarnación posterior. No importa lo que el ser
haga en esta u otra vida, de todos modos tendrá que recorrer el plan divino. Si
el ser utiliza su libre albedrío para aceptar el regalo del plan divino,
entonces irá tomando las decisiones convenientes para su crecimiento
espiritual, en armonía plena con el Todo. Y aún si tiene que volver a encarnar
en este plano físico, tendrá un nivel espiritual más elevado. A eso debemos el
nivel de entendimiento que poseemos en la vida presente, porque hemos venido
evolucionando. La conveniente utilización del libre albedrío es la reafirmación
del nivel de consciencia en el ser. Si el ser no poseyera el libre alberdrío y
fuera conducido como si fuera un autómata a través del plan del Orden divino, sería equivalente a que
permaneciera en la inconsciencia y no podría elevar su nivel espiritual.
El fin último del ser es superar todas las enseñanzas que le ofrece el
plan divino y por consiguiente dejar de encarnar en este plano físico,
entonces, cuando esto ocurre, el crecimiento espiritual, en lo referente a este
plano material, ha sido completado, y el ser asciende a niveles superiores ubicados
en otras dimensiones en las cuales no necesitará el cuerpo material.
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