5 de marzo de 2019

El tiempo en eras primitivas.

Hemos sabido por los libros de historia acerca de comunidades primitivas que medían el tiempo contando las lunas, es decir las noches, posiblemente porque resultaba fácil observar lo que ellos creían eran movimientos que hacía la luna en el cielo, en el universo. Ni pensar que pudieran observar de igual manera al sol con su luz tan potente; otras comunidades medían el tiempo de acuerdo a los cambios en las estaciones, cuando hacía calor o frío, cuando nevaba o llovía, mucho antes de que dichas estaciones fueran llamadas primavera, verano, otoño e invierno; luego, cuando la agricultura provocó que los hombres abandonaran la vida nómada para establecerse en un lugar determinado y formar clanes familiares dedicados al cultivo de frutos comestibles, entonces el hombre también comenzó a medir el tiempo de acuerdo a la cosecha y a la temporada en que crecían determinados frutos o vegetales. Seguro que todos han visto al menos una película en la que los nativos americanos medían la distancia de acuerdo al tiempo de camino: dos días, dos noches, dos lunas, Etc. Hoy decimos que un lugar queda a media hora caminando o a un par de minutos en automóvil. No obstante, cabe señalar que regiones pobladas por aborígenes de la era precolombina en el nuevo mundo ya hacían uso de la astronomía y observaban los movimientos de los astros para crear sus propios calendarios, tal fue el caso de los aztecas en México y los mayas e incas diseminados por centro y Suramérica. Es prácticamente imposible saber cuántas otras maneras de medir el tiempo poseían esas comunidades, pues la conquista y colonización europea fue tristemente desbastadora en el nuevo mundo y un altísimo porcentaje de las culturas indígenas de aquellas regiones quedó sepultada en el pasado. Hay incluso quienes aseguran que hubo civilizaciones altamente sofisticadas en lo que hoy se conoce como América y que una muestra de ello son las pirámides y monumentos en México y Perú, pero, esos serán temas de otras investigaciones, porque ahora sólo había tiempo para hablar del tiempo.

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