Desde mi adolescencia siempre he tenido bien claro que dos de las
consecuencias de tener relaciones sexuales sin la debida preparación y
experiencia son la posibilidad de contraer una enfermedad de transmisión sexual
y la de que ocurra un embarazo no buscado, un embarazo no deseado, engendrar un
niño con alguien a quien no se está seguro de amar ni de querer compartir con
esa persona un hogar. Estoy seguro que muchos crecimos esperando el momento
adecuado para tener intimidad con una persona del sexo opuesto que nos gustaba
mucho, sólo por evitar ese tipo de consecuencias. Prefiero no profundizar en el
tema de que aquellos que crecimos en hogares cristianos creemos en el
matrimonio como la base de una familia y el estado ideal para que los hijos
sean procreados. Pero entiendo que despenalizar el aborto, que por lo demás
está prohibido de acuerdo a lo establecido en la Constitución dominicana, sería
algo así como incentivar que los jóvenes capten el mensaje errado de que pueden
tener sexo indiscriminadamente y si resulta un embarazo, pues se asesina al
niño y listo. Sí, porque cualquier muerte premeditada es un asesinato. Declaro
abiertamente que estoy en contra de la despenalización del aborto. Sin embargo,
estoy totalmente a favor de implementar un amplio programa de educación sexual
en las escuelas, barrios, instituciones sociales y culturales, radio,
televisión, prensa escrita…donde sea que se pueda llevar ese tipo de educación.
Sería una decisión sumamente inteligente.
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