Creo firmemente que debe legislarse sobre esos casos especiales que
ameritan sean tomadas decisiones urgentes sobre mujeres embarazadas cuyas vidas
corren peligro por alguna otra causa. El caso de Rosaura Almonte “Esperancita”,
fue uno de esos casos en que, si hubiéramos contado con una ley especial al
respecto, los oncólogos habrían podido aplicar el tratamiento con quimioterapia
que quizás hubiera salvado la vida de la adolescente. Sí, quizás se hubiera
salvado de la leucemia tan devastadora que sufría si no se hubiera esperado
tres semanas antes de tratarla con quimioterapia… eso nunca lo sabremos. Pero
eso amerita una ley especial y no necesariamente la despenalización del aborto.
Una ley que cuente con vistas públicas en las que especialistas del área,
verdaderos expertos en el tema, indiquen cuáles son esos casos especiales que
la ley debe amparar, el procedimiento: analítica, diagnóstico, etc. Todo lo que
sea necesario, pero que se proteja la vida de la mujer sin que se haga un circo
de la despenalización del aborto. Es una gran mentira esa de querer hacer creer
a los dominicanos que un doctor va a dejar morir a una mujer embarazada que tiene
su vida en riesgo dizque porque la ley le prohíbe tomar la decisión acertada…eso
es un cuento chino. Es extrañamente difícil que ocurran casos tan radicalmente
urgentes como el de Esperancita. Si contáramos los miles y miles de casos en
que los profesionales de la medicina se ven obligados a desembarazar a mujeres
para salvarles las vidas y, por tratarse de casos excepcionales en que tomaron
la opción indicada, no tienen que ser cuestionados por la justicia en manera
alguna, el pueblo estaría sorprendido de lo mucho que esos casos ocurren. Que
se elabore una ley especial para esos casos de desembarazos para proteger la
vida de las mujeres, que no se deje al azar ni a la libre interpretación de
cualquiera y que sean la ciencia y la experiencia que determinen cuáles son
esos casos. ¡Así lo haremos bien!
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