El hombre que cree ser libre por poder hacer lo que le place, lo que le gusta o lo que quiere… está muy alejado del verdadero espíritu de libertad. Aún esos que piensan que ser libres es realizar las metas forjadas en sus pensamientos, en sus mentes y deseos no saben absolutamente cosa alguna acerca de la libertad. Si tenemos que hacer lo que nos gusta o complace es porque somos y estamos sujetos a cosas o acciones externas que lejos de liberarnos solamente nos conducen por el camino de la dependencia eterna. Obedecer los designios de nuestros pensamientos al grado de autoinducirnos a creer que encontraremos satisfacción plena en la realización de las metas idealizadas por nuestra mente es rendirnos y esclavizarnos a dichos deseos o ideales. Es tan ingenuo como pensar que un niño va a saciar su deseo de comer helados si le damos una libra de su sabor favorito. Es posible que no pida helados por dos o tres días, quizás una semana, pero volverá a querer el postre deseado en el momento menos pensado. El ser que condiciona su felicidad o sentimiento de libertad a lo externo nunca logrará experimentar libertad. La verdadera libertad del ser está en el ser mismo, en su espíritu, en su propia esencia. Mira detenidamente dentro de ti y la encontrarás. Entonces volverás al estado natural de libertad con el que naciste.
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