15 de marzo de 2014

El peligro de vivir pensando en el recuerdo.

El individuo que insiste en vivir Pensando en el recuerdo se anula a sí mismo durante el espacio de tiempo que ese estado prevalece. Algunas personas viven ahí las 24 horas de cada día. Cada minuto que una persona invierte pensando en el recuerdo constituye una ausencia física y espiritual del individuo. En unos casos el ser cree estar escondido de la realidad, sumergido en la mente, y en muchos otros casos ni siquiera se entera de su encierro pues fue conducido allí desde pequeño e ignora que existe otro mundo… el mundo real. Caso diferente ocurre cuando el ser toma la iniciativa consciente de revisar sus memorias en busca de algún recuerdo específico. Ese movimiento se produce en algunos segundos, a veces ocurre en microsegundos. Todo dependerá del grado de armonía que el individuo guarda consigo mismo y con el orden divino. En esos casos, y solo en esos casos, el uso de los recuerdos es tan útil e inofensivo como abrir un cajón en nuestro escritorio, mirar dentro, vemos al objeto por completo y es todo lo que amerita la situación, volvemos a cerrar el cajón. Permitir que sea el recuerdo lo que controle su vida deja nada de provecho. Además de la inutilidad que caracteriza al ser durante ese proceso, los recuerdos causan otro perjuicio a la existencia al interrumpir la captación de lo que el ser está viviendo en ese instante. Es como si usted fuera a la universidad, se sentara en el salón de clases, y luego se durmiera. Esta es una de las principales razones por las cuales las personas dicen tener mala memoria. En realidad nunca vivieron el suceso conscientemente, nunca estuvieron allí. El nivel de recuerdo que usted mantiene organizado dentro de su archivo mental acerca de experiencias vividas, hechos o sucesos determinados, le dice claramente el nivel de consciencia en que se encontraba cuando los mismos ocurrieron y/o el nivel de consciencia en que se encuentra hoy. El nivel de consciencia se hace evidente ante la rapidez, claridad y cantidad de recuerdos que usted puede manejar libremente sin esclavizarse al recuerdo. Si hacemos una similitud entre la computadora y los archivos de nuestra memoria, el óptimo nivel de consciencia sería equivalente a tener el escritorio siempre organizado. Lo ideal es conseguir una organización tal, que le permita tener todo dentro de un solo ícono al cual acceder pulsándolo cuando la situación lo amerite. Para lograrlo, usted tiene que saber exactamente cuáles son sus prioridades en el plano material. Su vida personal, familia, amigos, pasatiempos, negocios, etc. Cada aspecto a lo que usted le dé extrema importancia habrá de ser un ícono en su escritorio. Si observa que tiene demasiados íconos o un ícono tan grande que ocupa todo su tiempo, entonces ya usted sabe que no está viviendo plenamente. El individuo vive plenamente y en armonía consigo mismo cuando se está dando cuenta permanentemente que todo lo que está viviendo es nuevo y por consiguiente está armonizando lo espiritual con lo físico, y no interrumpe el melodioso y armónico estado mental natural.

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