Muros mentales que producen ecos.
Si vivimos tantas experiencias diarias
que a menudo pasan desapercibidas, ¿Por cuál razón algunas experiencias parecen
quedar marcadas en la mente de la gente? Es cierto, algunas personas tienden a
ser víctimas de los pensamientos repetitivos. En especial de aquellos que no
les agradan o le molestan. ¿Por qué sucede de esa manera? Para entenderlo mejor
es recomendable que llamemos a cada cosa
por su nombre o, en su defecto, le designemos uno. Llamaremos “eco” a esos pensamientos
insistentemente repetitivos que “parecen” cobrar vida en las mentes de aquellos
que así lo han permitido. Así como el pensamiento repetitivo no es más que un recuerdo que
carece de valor real, así mismo, dichos recuerdos encuentran muros mentales en
el interior de la mente sobre los cuales seguir resonando, rebotando,
repitiéndose una y otra vez.
Humanamente hablando, mucha gente alberga
en su mente un gran número de creencias y dogmas infundados, la mayoría de
ellos infundidos dentro de sus propios hogares o por amigos cercanos en los
cuales dichas personas confían. Esos dogmas o creencias son los muros en los
cuales se apoyan las características principales de las personalidades de estos
individuos. Estos muros también llevan a cabo la infame labor de limitar la
creatividad y energía de esas personas, debido a que fueron socialmente
construidos en etapas tempranas de sus vidas o por personas que ejercen cierto
tipo de autoridad innegociable en sus existencias. Por ejemplo: si a una mujer
le han hecho creer que el hecho de tener unas cuantas libras de más le hace ver
fea o le resta parte de sus encantos, si ella realmente lo cree y lo acepta,
ese es un muro dentro de su mente que la mantendrá pegada a la pared y
apuntándola con el punzante filo de una espada. Si a cualquier compañero de
trabajo se le ocurre mencionarle, un día cualquiera, que ella luce como si
estuviera ganando peso, aunque esto no sea verdad…¡El cataclismo! Se pasará el
día preguntándole a sus amigas si ella se ve más gordita, repitiéndose que no
debió dejar de asistir al gimnasio y mirándose al espejo cada vez que tiene una
oportunidad de hacerlo. Ese pensamiento será el eco de ese día y quizás de
varios más. Este tipo de suceso le ocurre a todas las personas que atesoran los
mencionados muros en su mente.
¿Qué hacer en estos casos? Primero:
entender que las opiniones de otros no tienen porqué convertirse en tu
realidad. Eso incluye tanto a los muros antiguos como a los comentarios que dan
vueltas en tu mente. Lo que otros piensan de ti es asunto de ellos. Tu realidad
está por encima de todos los pensamientos pasados, incluso los tuyos. Si basas
tu vida en pensamientos no verás tu realidad con claridad.
Segundo: Es tiempo de analizar esas
viejas creencias y escudriñarlas con sumo cuidado. Aún los adelantos
científicos de mayor contundencia en la actualidad pasarán a ser objetos
obsoletos mañana. En el mejor de los casos serán modificados para ser adaptados
a los tiempos modernos. Así que analiza con cuidado aquello en lo que siempre
has creído, verás que muchas de esas creencias no forman parte de la realidad
actual.
Y, Tercero: Desentraña la raíz de cada
una de tus más profundas convicciones. Descubrir la fuente u origen de dicho
dogma, si no es que ya lo sabes, resulta útil en estos casos. Te sorprenderás
al darte cuenta de cuan insignificante es la base en la que has apoyado esas
creencias. En muchos casos, cuando te hicieron creer que algo era malo o bueno,
ni siquiera tenías la madurez mental para decidir si te convenía o no adoptar
como tuyas las conclusiones a las que otros llegaron. El objetivo es hacer
añicos esos muros e incrementar, al mismo tiempo, tu claridad mental. Si has
albergado demasiados muros en tu mente es posible que te sientas aprisionado,
limitado, inferior y engañosamente de poco valor. La psicología tradicional
llama “complejo” a este tipo de mecanismo mental que provoca a un individuo
sentirse afectado por comentarios o sucesos externos que son presentados ante
su persona y que han pasado, con el tiempo, a ser parte de su experiencia de
vida. En realidad esto es sólo un nombre dado a algo que no existe
verdaderamente. Es solamente una creencia que ha adquirido solidez en tu mente
debido a la constancia repetitiva a través del tiempo y nada más. Si no le das
cabida, así mismo como vino, sin darte cuenta dejará de existir, porque eres tú
quien le da importancia a esos muros en los cuales rebotan los ecos mentales.
La realidad, la única verdad, es que el universo de posibilidades que tienes en
la vida actual sobrepasa infinitamente todo lo que pudieras imaginar en este
instante. Si puedes asimilarlo, entonces podrás entender que en tu naturaleza
no cabe la opción de vivir encerrado entre muros mentales. El universo es tuyo,
vívelo plenamente.
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