6 de agosto de 2020

Cambios conductuales anormales en la adolescencia.

En la sociedad moderna es común encontrar familias que piensan en concederle a los hijos adolescentes un tipo de libertad para actuar y decidir que suele acarrear consecuencias indeseables si no se toman precauciones al respecto. Aunque siempre es conveniente confiar y demostrar confianza a los hijos, sobre todo cuando estos alcanzan la pubertad y llega el tiempo en que deben salir por ellos mismos a cumplir asignaciones escolares o universitarias, su primer empleo, compartir con sus amigos, Etc. Lo que debemos mantener presentes es que ellos todavía carecen de la experiencia y sabiduría necesaria para descuidarlos y permitir que tomen el rumbo de sus vidas sin la orientación adecuada. No todos los padres tienen el tiempo para participar en todas las actividades de sus hijos, tampoco todos poseen los recursos para asignarle un tutor especializado en cada área de la vida, pero todos sin excepción podemos aprender a vigilar las conductas de nuestros vástagos sin pecar de controladores. Existen algunas señales que no debemos obviar si se presentan en forma de cambios conductuales de los jóvenes cuando salen a conocer la vida por ellos mismos y sin nuestra compañía: El parecer perturbado o asustado. Evitar el contacto visual o no hablar sobre sus experiencias del modo acostumbrado. Mostrarse inquieto, tímido, deprimido o retraído. Manifestar inseguridad o baja autoestima. Presentar problemas para dormir. Cambiar repentinamente de estado de ánimo o humor. Alteración de sus patrones alimenticios. Si cualquiera de estas señales se presenta en la conducta de los adolescentes, lo lógico y normal es que observemos detenidamente la frecuencia con que ocurren y si están acompañadas de otras señales aquí compartidas o aun de otras que no hemos mencionado pero que usted como padre o madre sabe que no se corresponde con el accionar de su hijo o hija. Siéntese a conversar calmadamente con él o ella, sin exigencias ni reclamos, sino con calma y tranquilidad, exprésele abiertamente lo que ha observado e indague qué puede estar molestando al adolescente. A menudo una conversación de padres a hijos es suficiente para mantener una excelente comunicación y evitar situaciones molestas futuras. Si no logra obtener resultados y le preocupa lo que está observando en la conducta de uno de sus hijos, quizás es tiempo de consultar un profesional de la conducta para recibir una orientación más adecuada. Mantengamos presente que los jóvenes necesitan apoyo, compañía y orientación.

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