1 de julio de 2011

Era un hombre solo.



Una vez era un hombre solo. Eran muchos hombres solos luchando por sobrevivir. No porque supieran que tenían que luchar entre ellos para vivir, simplemente lo hacían por aquello que los estudiosos más tarde llamarían "instinto de supervivencia." Aquella encarnizada lucha tardó miles, quizás millones de años en apaciguarse, que nunca terminó del todo, pues el hombre entendió, entendió que podía entender, entendió que los demás hombres podían, si querían, ayudarlo a vivir, no sólo a sobrevivir sino a vivir mejor de lo que hasta ese momento lo hacía. El hombre creyó que todo lo entendía.
Luego era una tribu, una reunión de hombres, un clan familiar estructurado jerárquicamente en torno a un hombre y su(s) mujer(es). Eran muchos clanes familiares luchando encarnizadamente por sobrevivir. Ya no lo hacían por instintos de supervivencia, lo hacían por varias otras razones. Lo hacían por proteger a sus aliados del clan familiar, por ganarse el respeto de los otros miembros de dicho clan, por mantener la hegemonía sobre un territorio del cual no estaban seguros a quien pertenecía, pero que ellos, a costa de sus vidas defendían. La lucha comenzó a menguar cuando aquellos clanes entendieron que otros clanes poseían las cosas que a ellos podían ayudarlos a vivir mejor. Fue el  inspirador materialismo naciente el que formó aquellos enlaces humanos que un día llamarían sociedad.
Más tarde eran sociedades vacías llenas de podrida ambición las que insistían en conquistar terrenos y disfrazar sus ignorantes desaciertos en poéticos anhelos de servir a una tal llamada patria que los distinguía de otras patrias que a ellos no servían y por tanto no importaba si algún día desaparecían. Caprichosa raza humana esta mía.
Indiferente destrucción que no termina. "Explotación del hombre por el hombre" que se ha convertido en frase filosófica que algunos esgrimen cuan espada libertadora con la única intención de ocupar el lugar que le permita sentirse líder y guía de la misma inoperante sociedad vacía. Sociedad que ni siquiera a si misma servía.
Un día todo acabó. El mundo, los avances tecnológicos, la sabiduría científica… todo acabó. Ni siquiera esperaron por el juicio de Dios. Todo acabó. Aquella sociedad, al final, para algo sirvió … Sirvió para destruir en un momento todo lo que a través del tiempo había construido.
Y el fin se convirtió en el principio. Y era un hombre solo. Eran muchos hombres solos luchando por sobrevivir….

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