Estoy de acuerdo totalmente con el ejemplo, dado por el dr. Miguel Aristy, de comparar a las personas con las emisoras radiales. Lo veo de este modo: Cuando una emisora viola su rango de frecuencia, aumentando su intensidad arbitraria e ilegalmente, podemos escuchar en nuestro radio la interferencia, o ruido, provocada por dicha irrupción. Es la misma forma en que los sucesos sociales u otros seres humanos inrrumpen, con y sin autorización, en la frecuencia de otro individuo. Esto ocurre sobre todo cuando los individuos interferidos se han quedado en el pasado, utilizando una antena obsoleta que les impide permanecer, a veces ni siquiera entrar, en la sintonía perfecta con el todo… con el orden divino.
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