12 de mayo de 2020

El ser humano adulto.

Según los conceptos extraído de las diferentes fuentes internacionales que encontramos por doquier, existen varias maneras de definir al ser humano adulto. Si tomamos en cuenta que la Unesco en su reunión anual de 1976 en Nairobi, definió al adulto como la persona que es considerada como tal por la sociedad a la que pertenece, y veintidós años más tarde, en 1998, Merce Romans y Guilem Viladot, en su libro "La educación de las personas adultas", dicen que "«una persona se podría considerar adulta cuando ha pasado por una serie de crecimientos indispensables para ser aceptada socialmente como tal, dentro del colectivo en el que vive", Ambas definiciones son una especie de admisión de que cada país o región tiene su propia forma de considerar a alguien adulto y que la misma no tiene necesariamente que coincidir con la forma o mentalidad que en ese sentido tiene otro país o región. Tales definiciones podrían entenderse como una manifestación explícita de enviar la señal, desde la Unesco, de no querer imponer lineamientos, y respetar el derecho de cada nación a establecer sus criterios y mantener su cultura, lo que sería similar en el caso de los educadores, Romans y Viladot, estos desde el punto de vista cultural y posiblemente intentando evitar el enfrentamiento ideológico que provocaría el arriesgarse a emitir un concepto definido en cuanto al tema de la adultez se refiere. Particularmente no veo ningún obstáculo en definir al adulto como la persona o el ser que ha completado la etapa del desarrollo físico. El diccionario RAE lo define como: "Del lat. adultus. 1. adj. Dicho de un ser vivo : Que ha llegado a la plenitud de crecimiento o desarrollo".
Etimológicamente tampoco existe conflicto alguno en  definir el concepto de adulto, del verbo latino "adolescere", que significa crecer y que siendo el participio pasado: el que ya ha crecido o ya ha terminado de crecer, contiene implícita y explícitamente el mismo significado que el diccionario otorga a esta palabra y que encierra el sentido que la universalidad de los seres humanos concede a la misma. En contraposición está la palabra "adolescente", que en participio presente y proveniente del mismo verbo latino, viene a significar el que está creciendo o que no ha llegado al final, que le queda mucho por hacer. Está claro que se refieren ambos conceptos al enfoque biológico del ser humano, a su estructura física. Combianando todo lo antes dicho, ser adulto implica crecer físicamente y crecer mentalmente, y para esto último el hombre necesita educación. Un cerebro no se desarrolla adecuadamente si no se explota su potencialidad para la educación formal. ¡Eso es así!

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