21 de mayo de 2020

Los “sin derechos” del Nuevo Mundo.

Cartas y crónicas escritas por Bartolomé de las Casas, Ramón Pané y Bernardo de Sajagún, tres sacerdotes que intentaron aprender todo lo que pudieron de los pobladores originales del continente americano, son los escritos más confiables que de la época colonizadora han sobrevivido y de los cuales se han valido historiadores de tiempos modernos como Roberto Cassá, Bernardo Pichardo, Frank Moya Pons, entre otros, para escribir la historia que de aquel tiempo estudiamos hoy en día. Los relatos históricos extraídos de las mencionadas narraciones y cartas escritas por esos excepcionales sacerdotes católicos de diferentes órdenes, atestiguan que los tales encontraron dentro de su misma iglesia la oposición que les impidió llevar a cabo la defensa de los derechos de aquellos indígenas que, al menos en nuestra isla quisqueyana, no pudieron sobrevivir para contar por ellos mismos lo acontecido en tiempos de la colonización. Según Bartolomé de las Casas, los aborígenes comenzaron a suicidarse en cantidades alarmantes: se arrojaban desde grandes alturas, se enterraban cuchillos en el cuerpo, se dejaban morir de hambre o se ahorcaban, no sin antes matar a sus hijos pequeños para que no sirvieran a los desalmados españoles que tanto maltrato les daban. Las mujeres embarazadas tomaban plantas abortivas para no traer al mundo a sus hijos que sólo sufrirían las mismas calamidades que ellos experimentaban cada día. La desesperanza de quienes no tienen derecho a exigir respeto ha prevalecido en gran manera hasta nuestros días. Todavía hoy en América Latina existe una gran cantidad de seres humanos que carece de oportunidades para educarse apropiadamente, que no puede alimentarse ni adquirir medicinas o una vivienda digna… es la continuación ininterrumpida que se ha vivido en nuestras tierras desde los tiempos de la conquista del Nuevo Mundo.

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