1 de junio de 2020

Placer y dolor.

Desde tiempos primitivos el hombre pensante notó que la humanidad oscila entre dos extremos a los que concede la mayor importancia entre los componentes de la vida. En un lado está el placer, algo que motiva al hombre a llevar a cabo cualquier tipo de acción, incluso poner en riesgo su propia vida, con tal de conseguirlo; del otro lado está el dolor, algo de lo que el hombre intenta huir a toda costa y hace lo que sea para no sufrirlo, para no vivirlo. Estos dos extremos son indicadores del posible desbalance en que el hombre incurre a cada instante: si vivimos buscando el placer de manera incansable: glotonería, sensualidad, ambición, vanidad, orgullo, Etc. El desequilibrio es evidente y se vive una vida enferma y vacía. Si en cambio vives huyendo del dolor todo el tiempo: temeroso, pesimista, asustadizo, evasivo, Etc., serás esclavo del miedo y la desesperación, estás viviendo un extremo perjudicial que para nada te beneficia. Como ves ambos extremos son dañinos para tu vida. Todos los extremos, los excesos, las exageraciones, son todos desbalances que inclinan tu vida hacia un precipicio del cual difícilmente podrás salir si no te mantienes alerta. ¿Cuál es la solución? Sencillo, buscar el equilibrio, vivir en el punto medio, sin excesos, sin esclavizarte al dolor ni al placer. La respuesta está en la serenidad, calma, tranquilidad, sosiego, confianza, seguridad… en la quietud de tu vida hallarás la bonanza necesaria para vivir plenamente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si posees inteligencia...¡dime lo que piensas!