La antropóloga dominicana Soraya Aracena estuvo dando cátedra esta mañana en el programa televisivo "Con el consumidor", de Telesistema, canal 11. Explicó acerca de las ventajas de incentivar la clase de turismo cultural que puede ayudarnos, a los dominicanos, a mostrar y cultivar nuestra verdadera identidad, y compartirla con los hermanos que nos visitan desde otras naciones. Puso tres ejemplos fundamentales de la zona colonial de Santo Domingo: los pequeños artesanos, verdaderos maestros del ámbar, larimar y otros elementos propios de nuestra cultura, que por no tener recursos suficientes para pagar a los guías turísticos, sencillamente no son mostrados a los extranjeros, sino que viven en una especie de anonimato, a pesar de que tienen una plaza artesanal justo al lado de Casa de Teatro; los sastres que tienen sus talleres alrededor de la calle Arzobispo Portes esquina José Gabriel García, quienes son requeridos por personajes influyentes de la política y el arte internacional y nacional, pero que no son mostrados al mundo como lo que son, una parte importante de nosotros; y tercero, las amas de casas que preparan dulces y helados caseros y que representan en gran medida nuestra cultura más sincera. Esos son puntos luminosos de la identidad dominicana que son ignorados por nuestras autoridades. Según Soraya Aracena, es como si sufriéramos una especie de vergüenza por lo que verdaderamente nos representa, pero puso el ejemplo de Puerto Rico, donde el "límber", un helado de palito, forma parte de la oferta turística del Viejo San Juan. Algo que debería ponernos a pensar hacia donde queremos llevar nuestro patrimonio cultural.
Otro ejemplo interesante que expuso Aracena es el de la provincia de Samaná, que recibe visitantes afroamericanos con mucha frecuencia, la mayoría de ellos están interesados en aprender de la cultura afroantillana, en este caso afroquisqueyana, que en esa provincia se mantiene a través del tiempo. Citó a estudiantes de la universidad de Filadelfia, que visitan Samaná y aprenden de la gastronomía, no solo la consumen, sino que se involucran en la elaboración de productos y preparación de platos propios de esa región. Ella aboga por la incorporación, dentro del contenido educacional de nuestro país, de asignaturas que traten el folclor y las tradiciones. Estoy totalmente de acuerdo con ella.
Nuestros intelectuales deberían solicitar a los medios que se les conceda tiempo para ilustrar a nuestro pueblo acerca de todo ese conocimiento que ellos ostentan. Hace que uno se sienta orgulloso de poder comprobar que tenemos en nuestra población a personas como Soraya Aracena, verdaderos intelectuales, amantes del conocimiento y la cultura. Sus aportes a la educación serían inmensos si simplemente estuvieran más a menudo en la radio y la televisión. Eso es verdadera educación.
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