17 de abril de 2011

El arte de pensar.

El ser recibe información del exterior en forma de una sensación. Sí, el primer pensamiento es hijo de la sensación. ¿Qué pasa cuando la sensación es percibida y/o captada por nuestros sentidos? Bueno, que deja de ser una sensación para convertirse en memoria. Esta transformación genera el pensamiento, primer pensamiento sobre esa sensación que también irá a formar parte del expediente sobre ese tema que ya abrió la memoria desde el instante en que los sentidos captaron la sensación.
La persona vive el aquí y ahora mas constantemente vive el mismo proceso; siente (sensación), asimila (percepción), almacena (memoria) y genera pensamientos (evoca, analiza y emite conclusiones). Cuando pretendemos compartir esas sensaciones convertidas en memoria, las evocamos mediante el acto del pensamiento. Entonces somos capaces de narrar a otros nuestra experiencia, escribir al respecto, analizar y aprender de lo  escuchado y vivido,  o simplemente rememorar tales experiencias.
El asunto es vivir en libertad, incluso del pensamiento, que no sea este un acto reflejo, que la gente no se embobe pensando cuando debería estar actuando. La calidad en el contenido de los pensamientos determina el perjuicio o provecho que estos pudieran causar. El tiempo escogido para pensar sobre un tema o asunto también debe ser cualitativo, que no es lo mismo pensar asuntos filosóficos mientras se va conduciendo un automóvil por una concurrida autopista, que sentarse a la orilla de una playa o río, con su libreta o computadora a la mano, piña colada en la mesita y toda la brisa del mundo para usted solo o en un patio sombreado por la frondosidad de sus árboles, una limonada o un morisoñando, No hay cuestión filosófica que resista elanálisis.
El pensamiento como un placer (para aprender, escribir, contar, filosofar, etc) es asunto que vale la pena cultivar.
Hay una manera perjuiciosa y autodestructiva de usar el pensamiento. De esa forma no vale la pena cultivar, por lo tanto ni siquiera plantearé ejemplos.
El pensamiento es un arte y, como tal, merece ser cultivado. Los grandes pintores cultivaron su talento pintando. Lo mismo ocurre con escultores, teatristas, cantantes, bailarines, músicos y locutores, todos cultivan su propio arte. Los científicos, investigadores, sociólogos, psicólogos, filósofos y en cierta forma los hombres en sentido general, deben cultivar el arte de pensar y eso se hace… pensando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Si posees inteligencia...¡dime lo que piensas!